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El Sevilla se reinventa con Gregorio Manzano

El conjunto nervionense ganó al Atlético de Madrid con brillantez y con algunas modificaciones claves. Negredo, Perotti y Kanouté hicieron los goles.

el 03 oct 2010 / 17:07 h.

Negredo celebra su gol junto a Renato y Kanouté.

Definitivamente, Gregorio Manzano no es un mago, ni de Oz ni de Bailén. Su debate ha tenido el asunto, pero ayer se aclaró. Gregorio Manzano es un entrenador, y al Sevilla le ha venido de perlas. Hoy cumple una semana en el cargo y ha logrado lo impensable hace siete días, dos victorias ante equipos que venían lanzados, el Borussia Dortmund y el Atlético de Madrid. El triunfo de ayer, además, lo logró el conjunto nervionense de forma brillante y con una clara influencia de la mano del jiennense, que ha hecho algunas modificaciones en el equipo que le permitieron pasar por encima del Atlético de Madrid, al que por momentos zarandeó y apabulló.

Esas modificaciones son tanto anímicas como morales. Para empezar, ha metido en las venas de sus jugadores una agresividad olvidada. Se notó en la presión, se notó en los balones divididos, casi todos para los hispalenses, y en la zona de rechaces, dominada por los sevillistas.

Pero ese trabajo psicológico lo ha acompañado el profesor Manzano con algunas decisiones puntuales que cambiaron la cara de este Sevilla, al menos en el encuentro de ayer. Determinante, por ejemplo, fue la recolocación de Renato. No dudó el técnico en darle la titularidad, recién recuperado de una lesión, y colocarlo como ‘5’, más alejado del área rival que de costumbre. Así fue internacional con Brasil y así empezó a ganar el partido de ayer. Casi nunca perdió la posición, se prodigó en coberturas defensivas y, con su calidad, propició que el equipo sacara la pelota jugada, por muy poblado que estuviera el centro del campo atlético (Mario, Tiago y Assunçao). A su lado, con menos responsabilidad, creció Romaric y la zona de campo restante hasta enlazar con Negredo la ocupó Kanouté, y ¡qué Kanouté! Recordó al de las mejores tardes. Jugó de mediapunta puro, ayudó a sacar la pelota, enganchó con Negredo y con las bandas. Con una circulación rápida de la pelota –Renato–, con Kanouté ayudando en la construcción y con el apoyo de los laterales tuvo el Sevilla varias acciones de superioridad por las bandas, algo que aprovechó más Perotti que Capel. En una internada del argentino hacia el centro, por ejemplo, llegó la conexión con Negredo, que en dos toques fabricó un espectacular golazo para batir a De Gea (28’). El madrileño inició también la larga jugada del segundo gol, que empezó con una internada suya, continuó con un tiro de Capel, pudo acabar con un disparo de Kanouté que salvó De Gea y terminó en gol con una volea de Perotti tras el rechace del portero desde fuera del área, con la ayuda de Perea, eso sí (35’).

La primera parte se agotó sin apenas noticias del Atlético –salvo un regalo de Konko a Mérida– y con un Sevilla imponente, que desplegó un juego como hacía tiempo no se recordaba. Y de forma similar comenzó la segunda. En una buena combinación conjunta –toque, desmarque, pared, movilidad, gol– Kanouté hizo el tercero. Comenzó a recrearse entonces el equipo andaluz, que tuvo momentos para el disfrute y los olés, aunque todo eso lo frenó Costa.

El tanto del brasileño (58’) detuvo la euforia local y despertó al equipo de Quique, que bien pudo meterse en el partido si el mismo brasileño aprovecha alguna de las ocasiones que tuvo hasta el final del partido. Pero, como en Alemania, supo sufrir el equipo hispalense, que pasó los últimos minutos de forma plácida y permitió a sus aficionados salir del Sánchez Pizjuán sin agobios, satisfechos y con una frase en la boca: “esto es otra cosa”.

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