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El Sevilla va de cabeza a la Champions

Un gol del Diego Perotti cuando el partido estaba a punto de acabar dio al Sevilla lo que tanto deseaba: su clasificación para la Liga de Campeones ocupando el tercer puesto de la tabla. El joven argentino convirtió Nervión en una auténtica fiesta donde el éxito se celebró como si fuera un título.

el 16 sep 2009 / 03:13 h.

Un gol del Diego Perotti cuando el partido estaba a punto de acabar dio al Sevilla lo que tanto deseaba: su clasificación para la Liga de Campeones ocupando el tercer puesto de la tabla. El joven argentino convirtió Nervión en una auténtica fiesta donde el éxito se celebró como si fuera un título.

Fue la fiesta del Sevilla, la del sevillismo, la de Manolo Jiménez, quien soltó toda la tensión acumulada tras conseguir un reto personal que refuerza, y de qué manera, su figura. Por cuarta vez en la historia, el Sevilla despide la Liga ocupando el tercer puesto, logro que alcanzó en las temporadas 43/44 (Patrick O'Connell), 69/70 (Max Merckel) y 06/07 (Juande Ramos).

Para hacerse una idea, hay que remontarse a la 56/57 -hace más de medio siglo- para despedir una campaña en mejor posición. El consejo tiene ahora la palabra.

El gol de Perotti, en pleno intercambio de ataques por parte de ambos equipos, hizo estallar Nervión. Puro desborde de adrenalina para un Sevilla y una afición que veían cómo el Dépor se empeñaba en aplazar la fiesta y veían la luz tras una campaña muy dura. La vuelta al sistema de dos extremos dio otro aire al equipo, más peligroso, aunque a veces pecó de ansiedad por ganar y lo pagó, esta vez al menos sin encajar goles. Las ocasiones de jugadores como Duscher, Kanouté y Luis Fabiano pudieron allanar el camino de haber tenido puntería, pero no fue así, y hubo que esperar hasta el final.

El Deportivo, lanzando rápidos contragolpes y disponiendo de algunas ocasiones, dejó claro con el paso de los minutos que la victoria iba a estar muy cara. Por mucho que esta temporada el conjunto nervionense le haya amargado la vida, la de ayer era la cita más importante para los de Miguel Ángel Lotina, aspirantes a conseguir una plaza de competición europea.

Un gol lo podía cambiar todo, pero éste no llegaba. La derrota provisional del Valencia ante el Villarreal tranquilizaba en cierto modo a los de Jiménez, que buscaron un fútbol más intenso y dinámico en la segunda parte. El técnico retiró del campo a Capel para dar entrada a Perotti. Providencial su decisión. La idea era buscar más ritmo y desborde mientras las noticias procedentes de otros estadios daban aún más tensión si cabe a los jugadores sobre el césped y a los aficionados en las gradas.

Aranzubia, con su brillante actuación, se empeñó en hacer sufrir el Sevilla. El portero del Dépor sacó una mano milagrosa junto al poste para evitar que Luis Fabiano marcase de cabeza; poco después hizo lo propio con Duscher, curiosamente uno de los futbolistas más incisivos en la noche de ayer.

El argentino se estrelló en dos ocasiones claras con el guardameta, que mantenía con vida a su equipo, cada vez más inquietante con sus contragolpes. Pero cuando todo iba abocado al empate, apareció un joven llamado Perotti para conseguir lo que hasta entonces nadie había conseguido: marcar, a centro de Adriano y tras adelantarse a todos. Su gol desató la locura y dio el premio al equipo por su brillante campaña liguera.

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