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El sevillano de las 100 donaciones

Antonio Torrejón dice que al igual que hay gente aficionada al fútbol o al tenis, el lo es a dar su sangre.

el 16 sep 2009 / 07:16 h.

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A los 26 años estaba Antonio Torrejón sentado en su puesto de trabajo en la fábrica de Renault cuando de repente llegó a sus puertas un camión de donación de sangre: no lo dudó, bajó con su compañero y donó sangre. Más de tres décadas han pasado desde aquel momento. Antonio ya no es ningún mozo, ahora tiene 62 años, tres hijos, cinco nietos y cien donaciones a sus espaldas. Toda una vida llena de paseos por el campo, risas, juegos y mucha solidaridad.

Lo que empezó de manera fortuita se convirtió al cabo del tiempo en una cita trimestral ineludible en la agenda de Antonio. Pocas veces se le ha pasado por alto acudir al Hospital Virgen del Rocío para donar los 450 ml. de rigor. Casi medio litro que lo llenan de vitalidad, porque donar hace que la sangre se regenere de forma natural, lo que hace sentir al donante más ágil: "Físicamente me siento genial, joven y con mucha vida", comenta Antonio, "y encima pasas por una revisión médica casi sin darte cuenta cuatro veces al año". Pero lejos de ser una iniciativa egoísta, para él dar regularmente su sangre a los que lo puedan necesitar en un futuro es un bien social que lo hace sentir "magnífico moralmente".

Igual de bien le hizo sentir recibir el pasado 15 de junio la medalla de reconocimiento por sus cien donaciones. Y miedo ninguno. Ni a las agujas ni a los litros de sangre. Sólo dos veces obtuvo un no por respuesta cuando se acercó al hospital: en las dos ocasiones estaba recién operado y tuvo que dar media vuelta y dejar pasar algunos días más. Un héroe sevillano este amante del campo nacido en Osuna y afincado en las proximidades del Parque Amate. Desde hace años, tantos que no los recuerda, se hizo con el carnet de donante, y ahí lleva la cuenta de las veces que ha donado.

¿La última? El pasado 10 de agosto, cuando estaba en la sala de espera del hospital por un familiar ingresado oyó por megafonía que se necesitaba sangre de cualquier tipo y allí que fue él sin pensárselo dos veces. "Algunos tiene afición por el fútbol o el tenis", dice Antonio entre risas, "lo mío es la donación". Tanto es así, que asegura que cuando se muera, dentro de mucho, donará también sus órganos. Sus hijos ya siguen sus pasos, y pronto, según dice, lo harán sus nietos.

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