Hace furor en mujeres de todas las edades aunque también hay hombres y parejas forofos del Tuppersex, una forma novedosa, divertida, desinhibida y cómoda de acercarse con naturalidad a algo tan natural como es el sexo. Tras triunfar en EEUU, Francia o Alemania, ya es posible que la juguetería más picante llame a la puerta de su casa.
Ni cosméticos, ni productos de limpieza ni pequeños electrodomésticos. Tampoco recipientes de plástico para guardar alimentos. Lo que venden a domicilio las visitadoras del Tuppersex son vibradores -de todos los tamaños, colores, funciones y texturas-, lencería, aceites para masajes eróticos con sabor a fresa, chocolate o menta, juguetitos para una ducha más placentera o anillos que hacen más duradero lo que a duras penas supera los 15 minutos.
"Me reí mucho, pero también aprendí mucho", confesó a Efe Carmen, una funcionaria que a sus 40 años acaba de asistir, invitada por unas amigas, a su primera reunión. "Se habla con mucha naturalidad de todo y se experimenta todo con la misma naturalidad".
Dina Hornecke, creadora de la famosa maleta roja que el año pasado facturó más de un millón y medio de euros, es la pionera del Tuppersex en España. "Trabajamos para que el sexo sea comunicación, no una cuestión de poder. Ahí está la clave. Nosotros trabajamos la comunicación sexual".
Ella y su equipo de 150 "asesoras" -no quieren que se les llame vendedoras- recorren la geografía española arrastrando una bolsa cargada de sorpresas picantes, de "herramientas" para que hombres y mujeres "se expresen mejor en una sexualidad abierta". Dicen conocer muy bien lo que se traen entre manos "porque somos usuarias de lo que ofrecemos", continúa Dina.
Y todas comparten un mismo objetivo: transmitir el mensaje de que practicar sexo, compartirlo, "es saludable y repercute en el bienestar de las personas". "El morbo -insiste Dina- no es nuestro tema. Enseñamos el lenguaje del erotismo". Algo, que según afirma, brilla por su ausencia en la mayoría de los sex shop que se han abierto en España.
Grandes y pequeñas . Aunque sus clientas son de todas las edades -"esta semana tengo una reunión en Barcelona con mujeres que están en la sesentena"-, las usuarias de la maleta roja suelen tener entre 30 y 45 años. "Casadas muchas de ellas, con hijos, trabajadoras, con cierta independencia económica y que buscan nuevos caminos y retos en la sexualidad".
Del amplísimo catálogo de juguetes que llevan en sus maletas, los que más éxito tienen, según Dina, son las bolas chinas de gheisa, que además de ser placenteras ayudan a fortalecer el suelo pélvico, algo útil en los casos de incontinencia. También triunfan los geles que provocan frío o calor en lugares sensibles.
"Una a una (y eran más de 10) fuimos pasando por el cuarto de baño para probarlo. A unas les pareció maravilloso y otras ni nos enteramos", confiesa Carmen. tras recordar su primera experiencia con el Tuppersex. Ella finalmente se decidió por una colonia que incluye feromonas "en un intento de atraer a los hombres".
Para Dina, el Tuppersex está contribuyendo "a mejorar la salud sexual" de las españolas. "Somos un impulso. No hacemos magia. Simplemente queremos quitar el corsé a algo que hasta ahora se vivía de manera muy encorsetada, y casi en secreto. Sentimos lo que estamos haciendo, y creemos en ello".
"¿Y para cuándo asesores varones?". "Estamos en ello, estamos en ello", responde con una sonrisa.