Menudo día para intentar analizar cómo jugó o dejó de jugar el Betis contra el Murcia en el partido que, posiblemente, marque el principio del fin del ascenso para el equipo al que muchos se han empeñado en dar el dorsal número 1 del pelotón. Menudo día porque menudo debe ser el dolor que siente el bético al ver cómo ese presunto Real Madrid de Segunda es incapaz de ser mejor de verdad que sus rivales, incapaz de conservar marcadores favorables e incapaz de crear el mínimo fútbol necesario para infundirle algún tipo de esperanza de que el ascenso es posible. Ante el Murcia, quinto por la cola y candidato al descenso a Segunda B, tampoco hubo manera de que el Betis reaccionase. Sólo hizo una ocasión realmente clara, nacida de una internada de Mehmet Aurelio, y en la segunda parte, cuando más tranquilo debía sentirse, se dejó llevar por no se sabe qué apatía o desidia y dio vida a su enemigo. Como siempre. Esta vez el responsable directo fue Goitia, igual que otras tardes fueron otros. El caso es que siempre falla alguien. Y tras el varapalo, cero capacidad de reacción, también como siempre. Baste decir que el mejor del equipo fue Fernando Vega... como lateral derecho. Baste decir, en fin, que el Betis es el sexto clasificado de Segunda y que esas cosas, a estas alturas, no ocurren por casualidad.
