La investigación desvela que el buque se enfrentó a condiciones "particularmente adversas" el día del accidente, con vientos de 90 kilómetros por hora y rachas de fuerza diez. Sin embargo, esas condiciones no hubieran hecho tantos estragos si el barco hubiese estado bien agarrado al lecho marino; llevaba 21 días fondeado frente a Algeciras con el ancla de estribor y cinco grilletes en el agua -con una segunda ancla sin lanzar- y, aunque no llevaba carga, el mal tiempo hizo que garreara (esto es, que reculara arrastrando el ancla desprendida por el zarandeo del buque) y embarrancara en Punta Bodiones. Fomento sostiene que lo recomendable hubiese sido virar ancla y buscar una zona de fondeadero "más segura", como hicieron todos los barcos localizados en la misma bahía.
El Sierra Nava cumplía con las condiciones de seguridad marítima, es cierto, pero su capitán pecó de optimista ante estas circunstancias adversas ya que, apunta el ministerio, decidió quedarse donde estaba y capear el temporal aduciendo que en las semanas que llevaba allí ya había afrontado otras tormentas "y había aguantado bien", una circunstancia que no concuerda ni consta en el Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo. Esa decisión equivocada se complicó después porque, al girar el barco por las olas, se averiaron varias piezas (el molinete de estribor, el tubo hidráulico). Como no tenía asidero, terminó por naufragar. "No se observó debidamente el riesgo", indica el informe. Además, sostiene que "había una disposición inadecuada de los lastres" y que no se evaluó "satisfactioriamente" la situación.
Hubo un problema más: los responsables del Sierra Nava no solicitaron ayuda o asistencia del servicio de remolcadores portuarios, lo que ralentizó el rescate. Sus 14 tripulantes fueron rescatados ilesos y trasladados a tierra por un helicóptero de Salvamento cuando ya llevaban horas en esta dramática situación. La violencia del naufragio -que obligó a desguazar el barco-, además, hizo que el buque vertiera unas 3.000 toneladas de fuel en la costa gaditana, dañando siete kilómetros de playas, dos de ellas dentro del Parque Natural del Estrecho. Las labores de limpieza del chapapote duraron casi un mes. Por este daño ambiental, el portavoz de Verdemar-Ecologistas en Acción en el Campo de Gibraltar, Antonio Muñoz, reclamó ayer al Gobierno central más controles en los barcos de la zona, más sanciones y una mayor vigilancia ante estos desastres. "Falta vigilancia", concluyó.
