El suelo romano de la Soledad de Alcalá del Río

Una hermandad de Alcalá delRío pone en valor el mosaico del siglo I que obligó a modificar el proyecto de obras de la casa

Suelo AlcalaLa hermandad de la Soledad de Alcalá del Río ha inaugurado recientemente su nueva casa de hermandad. Se trata de una parcela colindante a la actual sede y cuyas obras comenzaron en septiembre del pasado año. La aparición de unos «sospechados restos arqueológicos», como apunta el arquitecto, Diego Jiménez Correa, «supuso la modificación del proyecto inicial y la ralentización del mismo». El mosaico encontrado, de entre los siglos I y II d.C., ha sido restaurado y colocado a la cota original y ahora la hermandad lo presenta a todo aquel que quiera admirarlo. La pieza es la encargada de dar la bienvenida al visitante nada más entrar en el inmueble. Se suben apenas unos escalones cuando aparece esta obra de valor incalculable bajo una cristalera «apoyada sobre una estructura de perfilería metálica que permite su contemplación», en palabras del técnico. Para la iluminación del mosaico se han colocado «unos tubos fluorescentes de led con una luz muy clara que no da sombras y permita la perfecta visibilidad del mismo», constata Jiménez. Porque «la hermandad ha apostado por la conservación del patrimonio, sufragando la extracción, restauración, recolocación y puesta en valor del conjunto arqueológico». Parte de los restos «ya se atisbaban en una zona de la ya antigua casa-hermandad», señala Jiménez, «pero no se podía imaginar que iba a aparecer lo que apareció». La pieza tiene un gran valor patrimonial dados su antigüedad, grado de conservación y riqueza en los motivos decorativos. «Durante el mes de octubre», apunta el arquitecto, «el mosaico fue trasladado a las dependencias antiguas», donde una empresa especializada, «y tras la intervención de la Junta de Andalucía», se procedió a su restauración y catalogación. Los costes han corrido a cargo de la hermandad, «junto con una ayuda de La Caixa», aunque apostilla que la corporación «está abierta a donativos para la conservación e iluminación del mismo». El resto de la casa hermandad se compone de sala de reuniones, sala de juntas, despachos de secretaría, tesorería y hermano mayor, un espacio para mayordomía y archivo, aseo y tienda de recuerdos. «La vida que genera la hermandad», relata, «convirtió en una necesidad la ampliación del edificio». Las antiguas dependencias se componían de un salón en el que, «separado con una estructura de aluminio y cristales», se encontraba un pequeño despacho. El salón de la parte de abajo tampoco «daba abasto con el movimiento de los diferentes grupos en activo de los que dispone la hermandad», en palabras del responsable del proyecto. Antes de que el proyecto fuera modificado, la planta baja del edificio contemplaba «un espacio diáfano para tienda de recuerdos más amplio», además de «un pequeño patio de luces». Ambas ideas tuvieron que ser suprimidas ante la magnitud de lo aparecido «para que pudiera ser contemplado en tu plenitud». El edificio consta de dos plantas más azotea desde donde se divisa la puerta de la capilla por la que la cofradía sale cada Viernes Santo a hacer su estación de penitencia acompañando al Santo Entierro de Cristo en su Misericordia y a Nuestra Señora de los Dolores Coronada. De este modo, la hermandad de la Soledad dispone de un mismo local con dos entradas, una por la plaza de San Gregorio, donde se encuentra la capilla del mismo nombre que alberga a los titulares, y otra por la calle Coronel García-Baquero. Esta localización, en pleno casco histórico de Alcalá del Río y próximo al foro romano en tiempos de Ilipa Magna –nombre la localidad en ese período–, hace más que factible la idea de que «las casas colindantes se encuentran sobre más restos de la época». El Ayuntamiento organiza cada año unas jornadas de patrimonio, que incluyen visitas guiadas, «y en las que en la próxima edición entrará en ruta este punto» confirma el arquitecto. La corporación dispone de otros tres inmuebles, uno en la calle Arroyo Aguas Duras, para exposición del patrimonio y almacén de enseres, otro en la calle San José, «el antiguo cine de San Fernando» y el conocido como «Corral de la Mataora», aún por edificar. El equipo responsable ha estado formado por el propio Jiménez, arquitecto, y Joaquín Velázquez Muñoz, aparejador, y ha contado con la colaboración de Gregorio Velázquez Montaño y Fernando Velasco Zambrano. Las obras han tenido un coste de más de 120.000 euros, sufragados gracias a la donación de los hermanos Antonio Díaz y Dolores Martín. El inmueble, adquirido en 2001, fue inaugurado el pasado 21 de septiembre y ya forma parte de la antigua casa de hermandad inaugurada el mismo día en el año 1985.

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