Aquel niño brasileño humilde, muy humilde, que tuvo que ponerse a limpiar zapatos en la calle para poder sobrevivir es hoy la persona más influyente del mundo, según publicó la pasada semana la revista Time. Luiz Inácio Lula de Silva, actual presidente de Brasil hasta el próximo 1 de enero, agotará sus segundo y último mandado presidencial -la Constitución impide un tercer Gobierno- con la conciencia tranquila y el espíritu alegre por un trabajo bien hecho.
Nacido en 1945, pasó una infancia extremadamente pobre aunque logró salir adelante empleándose como tornero mecánico, aunque el trabajo le costara un dedo de la mano izquierda. De ahí saltó al sindicalismo no ya para arreglar si situación personal y laboral sino para trabajar por los derechos de sus compatriotas e intentar que no se repitieran en otros los sufrimientos que tuvo que vivir él.
Tras perder tres elecciones generales (1989, 1994 y 1998) en 2002 logró convencer a los brasileños de que él era la solución a los miles de problemas que sufría, y sufre el país. Su programa político fue entonces considerado por la mayoría de los analistas políticos como una nueva izquierda, y el ex presidente de Portugal llegó a asegurar que Lula representaba "el fin del cinismo en la política". Se marcó como meta trabajar para eliminar las desigualdades y acercar a la República de Brasil a los países del primer mundo. Fue galardonado en 2003 con el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional.
Después de casi ochos años al frente del Gobierno y con sólo unos meses por delante en el cargo, el brasileiro ha conseguido, entre sus principales logros, reducir la inflación y el desempleo, aumentar el índice de escolarización, ha eliminado la deuda con el Fondo Monetario Internacional y ha liberado a más de 2.000 trabajadores de la situación de esclavitud que sufrían y ha conseguido reducir hasta un 11% la tasa de pobreza.
Pero lo más importante y donde hay puestas millones de esperanzas e ilusiones, al menos lo que tendrá más repercusión en todo el mundo, es que por primera vez en la historia una ciudad de Latinoamérica ha sido designada para albergar unos Juegos Olímpicos.
La ciudad afortunada es Río de Janeiro -que se impuso a Madrid en la final- y durante el verano de 2016 se convertirá en el centro del mundo e intentará aprovechar todas esas billonarias infraestructuras e inversiones para dar el importante y necesario salto de calidad.
Empero, no todos son luces en el Gobierno de Lula. También hay sombras. La corrupción entró directamente en su partido en 2005. El partido Laborista (rival de Lula) denunció que el tesorero del Partido de los Trabajadores sobornaba a los diputados rivales para que votaran a favor de los proyectos del presidente. Sin embargo, Lula logró salir airoso y volvió a ser designado por su partido para la reelección. En 2006 logró ser reelegido con el mayor número de votos de la historia de brasileña (más de 58 millones de sufragios emitidos).
