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El sueño femenino de la tierra

Tres Culturas reúne a empresarias rurales de Andalucía y Marruecos en Sevilla

el 14 oct 2010 / 19:05 h.

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Las jornaleras son mayoría en el campo, no así las empresarias rurales.

Las mujeres han trabajado en el campo históricamente, tanto en Andalucía como al otro lado del Estrecho de Gibraltar. Sin embargo, el camino para pasar de ser jornaleras a estar al frente de explotaciones agrarias y ganaderas ha sido duro. Las dificultades en la legislación y la oposición de muchos hombres han dificultado las labores empresariales del género femenino en el entorno rural, pero algunas han conseguido traspasar la barrera y convertirse en ejemplo de que quien quiere, puede. Además, con su labor, han logrado crear empleo y fijar la población en el territorio en el que trabajan, con la dificultad que ello conlleva.

Cuatro ejemplos de saber hacer, dos andaluzas y dos marroquíes, se dieron cita ayer en la Fundación Tres Culturas, en el seminario Mujer y empresa en el mundo rural. La primera en contar su experiencia fue la actual alcaldesa de Aznalcázar y fundadora de la SAT (sociedad agraria de transformación) Macondo, "por el libro Cien años de soledad". Esta empresa, que comenzó produciendo 300.000 kilos de patatas, hoy comercializa y prepara 20 millones que se distribuyen por toda Europa. El secreto de su éxito, la calidad.

"Tuve que dejar los estudios con nueve años y trabajé en el campo como jornalera, pero cuando quise dar el paso para llevar mi explotación, hace 30 años, tuve que pelear muchísimo", relató. De hecho, en 1981 ni siquiera las tierras se podían inscribir a su nombre, simplemente por el hecho de ser mujer. Así, animó a otras a seguir su camino, "necesitamos más emprendedoras en el campo", y afirmó que fue capaz de superar todos los retos, "a pesar del machismo", gracias a la "humildad y a la garra".

De cuando decidió montar la empresa de transformación, hace unos 14 años, recordó "la dureza" del trabajo y el apoyo de su hijo mayor -los tres que tiene están ya dentro de la empresa-, y ahora se muestra orgullosa, "porque hemos creado empleo en la comarca".

Además, reconoció la labor de las empresarias rurales marroquíes. "Las mujeres, al igual que pasaba aquí hace 50 años, son las que llevan la economía y también las luchadoras".

En este grupo se encuentran Taarabt Rachmain y Zineb Chbibi, presidenta y representante, respectivamente, de la cooperativa agrícola de aceite de argán Tamounte, situada en el pueblo de Imin Tlit, en la región de Marrakech. "Fue muy difícil convencer a la gente de que una mujer podía dirigir una cooperativa", subrayó Rachmain, que recuerda que al principio sólo se unieron al proyecto las viudas, que eran las más pobres.

"Los hombres intentaron desanimarnos todo el tiempo", aunque con empeño y la ayuda de una ONG salieron adelante. De hecho, al principio, en 2004, las socias era 19; ahora son 50. "El problema más grave es la comercialización, sobre todo porque hay desconfianza en lo que se refiere a la calidad", de ahí la necesidad de que se fomente desde las administraciones "el respeto hacia el aceite de argán". De hecho, la cooperativa ha logrado la Indicación Geográfica Protegida (IGP). "Hay calidades malas, lo que sucede es que no tenemos mecanismos para sancionar", apuntó.

Por su parte, Chbibi explicó las cualidades del producto, que puede destinarse a uso alimentario y cosmético. "Es beneficioso para el pelo, la piel, las uñas, quemaduras y viene muy bien contra el colesterol", señaló. Amante del campo y experta en educación, añadió que "el desafío de la mujer en Marruecos es consolidar la buena calidad del producto y querer seguir en el campo, porque la mayoría persigue como sueño irse a vivir a las ciudades". Además, reivindicó que en su país, "siempre se explota a las chicas, y no hay respeto por el sueño de las niñas".

Juventud. De todas las participantes, quizá la que ha tenido que enfrentarse en menor medida al machismo en el entorno rural ha sido Paola del Castillo, gerente de la ganadería Brocón y del hotel rural La Peña, en Tarifa.

La muerte de su padre precipitó la entrada de esta joven pianista profesional y licenciada en Historia del Arte en la empresa familiar dedicada a la ganadería extensiva de la especie retinta. "Son necesarios los jóvenes talentos en el campo", indicó, aunque afirmó que es "poco atractivo" en muchos casos porque "los padres no animan y la inaccesibilidad a las fincas y a las tecnologías dificulta la decisión".

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