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El Templete de la Cruz del Campo arroja pinturas y letras inéditas

Pinturas inéditas y letras misteriosas en caracteres humanísticos. Eran el secreto mejor guardado del Templete de la Cruz del Campo, y gracias a su rehabilitación, acaban de ser rescatadas. El antiguo humilladero salta así con bríos a la palestra con este estreno, al que se suma su nuevo aspecto. Ver fotogalería

el 14 sep 2009 / 23:53 h.

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Pinturas inéditas y letras misteriosas en caracteres humanísticos. Eran el secreto mejor guardado del Templete de la Cruz del Campo, y gracias a su rehabilitación, acaban de ser rescatadas bajo compactas capas de cal. El antiguo humilladero, arrinconado y olvidado hasta hace poco, salta así con bríos a la palestra con este estreno, al que se suma su nuevo aspecto, que más que nuevo es una vuelta a sus orígenes.

 

A finales de mes, el 27 o el 29, será cuando el cardenal acuda hasta el humilladero más célebre que nos queda en pie, en plena calle Luis Montoto, antigua Oriente, para bendecir sus nuevas hechuras. La ocasión será especial porque supondrá el reencuentro de los sevillanos con un monumento tardomedieval (data de 1482 y se lo debemos al asistente Diego de Merlo) que ha resistido infinidad de avatares, pasando de la popularidad que le brindaron los viacrucis multitudinarios que acogía desde antiguo y el pedigrí de ser el punto en que la corporación municipal recibía a sus visitantes más ilustres (a José Bonaparte, a los Montpensier...), amén de símbolo universal de la cerveza Cruzcampo -por encima del Gambrinus-, a quedar acorralado urbanísticamente en épocas actuales y apocado, sin brillo y deteriorado.

 

Por suerte, Heineken, propietaria de Cruzcampo, acordó con el Ayuntamiento hace unos años devolverle a su icono una parte minúscula de los pingües beneficios obtenidos, y es así como, con poco menos de 350.000 euros, se le ha devuelto al humilladero más entero que conservamos -el de San Onofre, en San Jerónimo, igual de valioso, cualquier día se nos viene abajo, pues su estado es delicadísimo- parte de la elegancia y vistosidad difuminadas.

 

Como recompensa, el templete ha regalado dos novedades: por una parte, las pinturas, o más bien letras, que decoraban el interior de su cúpula, y que han permanecido más de dos siglos ocultas bajo numerosas capas de cal. Y por otro, el propio look del templete, al que se le ha devuelto su aspecto más primitivo, aunque ello haya provocado algo tan arriesgado como cambiar la imagen que del mismo hemos tenido generaciones y generaciones, que lo hemos conocido con su vistoso esqueleto de ladrillos a flor de piel.

 

El 'nuevo' mensaje. Hasta ahora, era conocido que la cara interna de la cúpula estaba ornamentada con una filacteria u orla escrita en caracteres góticos y en la que reza algo así como el DNI del humilladero, a saber: quién lo mandó construir y el año. "Recuperar esta filacteria, muy desgastada, ha sido terrorífico", cuenta el restaurador Carlos Núñez, de Dédalo, la empresa especializada que ha abordado la rehabilitación junto a Condisa. "Sólo veíamos el negativo de los caracteres, y se nota que fueron repintados por Guichot en 1881; aun así, hemos rescatado buena parte del mensaje", añade.

 

Salvada la filacteria, la sorpresa saltó cuando, entre limpieza y limpieza, aparecieron, por encima de los caracteres neogóticos, otros humanísticos o de imprenta. Afloró la palabra "principio"; después la relación "Santa María de..."; un "JHS" (Jesús-Hijo-Salvador) y, por último, un "Guzmán". Lamentablemente, poco más ha podido recuperarse, lo que da pie a elucubraciones que muy difícilmente llegarán a buen puerto (¿aludirá a uno de los Guzmanes?, ¿se referirá a Nuestra Señora de la Soledad, la titular de la ermita que antaño se localizaba junto al humilladero?).

 

Estas letras, según creen los restauradores, pueden datarse a finales del siglo XVIII, en la Sevilla de la Ilustración. Y aparecen enmarcadas en una retícula también pintada que simulaba el efecto de los ladrillos sobre la cúpula. Dicha retícula también podrá ser admirada.

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