El viento obligó ayer a policías y bomberos a salir casi 600 veces a retirar árboles arrancados de cuajo, ejemplares caídos sobre coches, varios carteles publicitarios y hasta una farola que se vinieron abajo. Hubo que sacar de un parque a una pareja que se quedó encerrada y obligar a una veintena de pescadores a apartarse de la ribera del río.
No llovió demasiado, apenas 27 litros en seis horas en el aeropuerto y 35 en Tablada, según indicaban a última hora de la tarde los medidores de Meteorología, pero un viento con rachas que llegaron a ser muy fuertes dio problemas, sobre todo con los árboles, los salientes de las fachadas y los anuncios colocados en vallas. Para hoy se espera que continúen las lluvias, aunque amainará la fuerza del viento y con ello el peligro de accidentes.
A las ocho de la tarde de ayer, el Centro de Coordinación municipal, Cecop, contabilizaba 551 salidas desde la madrugada. Árboles arrancados de cuajo junto al río, otros que al precipitarse sobre coches causaron daños a los vehículos -como en la avenida Carrero Blanco de Los Remedios-, ramas que se cayeron por toda la ciudad, contenedores arrastrados por el viento que hubo que volver a poner en su sitio, la caída de carteles publicitarios -incluido uno enorme en el polígono Calonge- y la limpieza de adornos de fachadas que corrían peligro de desprenderse -hubo una en plena calle O'Donnell- fueron algunos de los incidentes más repetidos.
También se cayó una farola en la calle Fray Serafín Madrid, en el Polígono Norte, sin provocar daños personales ni materiales al aterrizar sobre la calzada; al igual que parte de un tejado en la calle Asunción, y fue necesario controlar numerosos carteles en el Centro, como el de Comisiones Obreras de la Plaza del Duque, que estuvo a poco de caerse, y varios más en la calle O'Donnell. Tejas y cables sueltos acapararon también gran parte de la atención de los servicios de emergencias.
Más anecdótico, aunque seguro que se llevaron un buen susto, fue el rescate de dos personas que se quedaron encerradas en un parque, al no percatarse de que lo iban a cerrar antes de tiempo para evitar accidentes, como también ocurrirá hoy. O el aviso a la veintena de pescadores que a las siete de la mañana estaban apostados con sus cañas en el paseo Juan Carlos I, listos para pescar, y a los que costó trabajo convencer de que corrían un riesgo bastante elevado en una zona en la que, precisamente, prolifera la caída de vegetación. Hubo también alguna inundación en calles como Pío Baroja, en El Cerro del Águila; o Periodista Ramón Resa, en Triana, por el colapso de los sumideros.
Donde no se produjeron estos incidentes fue precisamente en las zonas más castigadas por el último temporal, como el asentamiento chabolista del Vacie o el barrio de Aeropuerto Viejo, porque las canalizaciones se habían limpiado tras las últimas inundaciones. Los equipos municipales mantuvieron un control constante sobre el canal en Aeropuerto Viejo y otras vías de evacuación, llegando a revisarlos cada dos horas para frenar una posible crecida. Lo mismo se hizo en otras zonas conflictivas como Pino Montano, San Jerónimo o la explanada donde se ha montado el Circo del Sol.