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El tenso pulso por el Metro y el futuro de Tussam

El tiempo se agota: Tussam está ya al borde de la quiebra y si no hay cesiones se perderá la baza electoral del Metro

el 06 feb 2010 / 19:56 h.

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Pacto de gobierno. El mandato se inició con un manual de buenas intenciones y compromisos establecido por los dos socios. En este documento marco se abogó por una integración de Tussam, el Metro y el Cercanías, por la unificación tarifaria con el Consorcio, por  mantener una empresa pública y por iniciar las líneas 2, 3 y 4 antes de 2011. Estos principios básicos del modelo de movilidad están sujetos a un tenso pulso a tres bandas –sin que ni siquiera haya una postura homogénea en cada una de ellas– que mantienen los tres agentes implicados: PSOE, IU y Obras Públicas. Las diferencias están latentes desde hace meses, pero se agota el tiempo. Tussam está al borde de la quiebra –si es que alguna vez en los últimos años no lo ha estado– y al mínimo atisbo de enfrentamiento el Metro se retrasarán y el PSOE perderá otra baza electoral.   

La línea 3. La postura de la Junta es clara: no se puede derrochar ni soterrar por soterrar. De ahí la decisión de incluir el Metro en superficie por La Palmera. El planteamiento no desagrada a IU que ya se sintió muy identificada con aquel Anteproyecto de Reordenación Viaria encargado por Urbanismo y desechado por Movilidad que preveía plataformas tranviarias en las principales avenidas. El PSOE no acaba de lanzar un mensaje claro, realmente porque no lo tiene. El criterio político lo marcó Alfonso Rodríguez Gómez de Celis: ceder es un mal menor. Pero hay otro criterio más técnico que parte de dos premisas: en Bermejales las calles no aguantarían un tranvía y en La Palmera se podría provocar un colapso de tráfico: Es la tercera vía más transitada con 47.323 vehículos al día. El Ayuntamiento ha pedido una reunión a la Junta, y ésta debe acudir con un informe técnico definitivo. Si el Consistorio cede, habrá obras este año, si no, llegará a 2011 con las manos vacías.

Tussam. Desde que el alcalde lanzó en verano aquella airada petición de socorro a la Junta, Tussam y la Consejería no han hecho más que marcarse. La Junta pidió un tiempo de estudio para ver qué hacía Tussam y la empresa fue retrasando plazos a ver si la Consejería se posicionaba. La dirección ya lo ha admitido: ni hay soluciones mágicas, ni va a venir nadie al rescate de la empresa, entre otros motivos porque interna y externamente hay una percepción generalizada de que  todo proviene de una mala gestión de los últimos años. Asumido que la colaboración de la Junta será puntual, se abre el pulso entre PSOE e IU por la privatización de líneas y los recortes de personal. En el fondo ninguno de los dos socios quiere estas medidas –en el anterior mandato de hecho se abogó por el rescate de concesiones–, pero los socialistas ven en esta vía la única salida, e IU cree que hay otras opciones, que los socialistas ven insuficientes. Las tarifas han quedado en un segundo plano, porque, y en esto coinciden todos, se puede subir unas décimas, pero hacerlo demasiado sería otro suicidio político.

Gestión y escándalos. Aunque haya diferencias internas y fallos de gestión, que el debate se centre en el Metro, Tussam o las peatonalizaciones es la gran baza de los dos socios. Se han cometido errores, pero si hasta el PP mantendría los carriles bici, peatonalizaría y acabaría la Encarnación, la confrontación se puede reducir a polémicas como Metro por arriba o por abajo,  ¿y daría la Junta al PP lo que niega al PSOE? De ahí que la oposición tenga otras metas. En este mandato ha pedido tres plenos extraordinarios: la crisis, el mirador de ballenas y ahora la caseta de Mir.  Son los puntos débiles de los dos socios: la sucesión de escándalos y supuestos escándalos, y el impacto del desempleo y del desgaste económico de Rodríguez Zapatero.

Debilidad. Y el PSOE sigue mostrando una gran debilidad en estos debates. Lo ha vuelto a hacer esta semana. Alfonso Mir no ha sabido o no ha querido afrontar con claridad la polémica de su caseta. Si en el Pleno él hubiera dicho la verdad y Gómez de Celis hubiera admitido que él es socio, todo hubiera quedado en una irregularidad de Mir, no ante el Ayuntamiento, sino ante sus ex compañeros. Y aún lo empeoraron: Celis quiso retar en su terreno al PP y convertir en un escándalo algo que no pasaba de ser una anécdota denunciable: que un edil figurase en de un manifiesto reaccionario de Facebook.

Ausencia. Metro, Tussam, la caseta de Mir... Públicamente el alcalde está ausente. Lleva su  agenda. El lunes paseaba con Odón Elorza, el alcalde donostiarra, por Plaza Nueva. Al ver a Mir –con su versión recién desmentida–, se acercó a saludarle. “Tranquilo, esto no es nada, la tormenta pasará” pareció decirle en privado. En público, de momento, ni una palabra.

fjalonso@correoandalucia.es

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