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El toro más difícil de Ortega Cano

El matador de toros abandona el hospital más de mes y medio después de su accidente con un recuerdo para el conductor fallecido.

el 11 jul 2011 / 12:40 h.

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En silla de ruedas, pálido, canoso y visiblemente más delgado abandonó ayer el torero José Ortega Cano el hospital de la Macarena, donde ha permanecido mes y medio desde el gravísimo accidente de tráfico que lo dejó en coma y en el que murió el conductor del vehículo contra el que chocó su todoterreno. Para él tuvo palabras de pésame el diestro, que con la mirada ausente y aspecto envejecido deseó "que Dios lo tenga en buen lugar".

"Para mí ha sido el toro más difícil de mi vida", dijo Ortega Cano, que deberá continuar el tratamiento en su casa, guardar reposo y seguir con la rehabilitación para recuperar la masa muscular que ha perdido. El torero se ha recuperado de forma asombrosa tras debatirse durante días entre la vida y la muerte a causa de los numerosos traumatismos sufridos en la colisión, que le produjeron hemorragias internas y lo hicieron ingresar en coma en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital.

Su salida provocó una enorme expectación que congregó a más de medio centenar de periodistas y a decenas de curiosos, que lo recibieron con aplausos, a los que el diestro respondió lanzando besos al aire. Muchos se acercaron a saludarlo e incluso trataron de inmortalizar con sus móviles al torero, vestido con camiseta azul y pantalones de chándal azul marino.

El matador de toros, acompañado por muchos de los médicos que lo han atendido y por una familiar, llevaba un rosario de madera en la mano izquierda y lucía el pelo blanco casi por completo, lo que junto a su delgadez acentuaba su aspecto demacrado. Tenía escayolado un pie y el otro vendado y con una férula de apoyo, e iba en silla de ruedas porque todavía no puede mantenerse en pie.

Después de soportar con paciencia la avalancha de periodistas y expresar durante varios minutos su agradecimiento a su familia y su pésame a la de la víctima, el torero admitió sentirse aún "dolorido y con poca fuerza". Los médicos pidieron que se le permitiera marcharse, porque podría sufrir un mareo si permanecía más tiempo a pleno sol, y lo ayudaron a introducirse en el coche particular en el que se marchó del hospital.

El torero conducía su todoterreno la noche del 28 de mayo por la carretera que une Sevilla con Castilblanco de los Arroyos cuando invadió el carril contrario chocando con otro turismo, el que llevaba el fallecido, un vecino de 48 años de Castilblanco de los Arroyos que murió en el acto. El coche del torero quedó tan destrozado que los Bomberos tardaron dos horas en sacarlo de entre el amasijo de hierros en que quedó convertido. Fue trasladado al hospital en ambulancia e ingresó la madrugada del 29 de mayo en la UCI, en coma.

En los días siguientes se le realizaron varias operaciones, una de ellas de casi siete horas, primero para estabilizarlo y más tarde para solucionar sus numerosas lesiones internas. También fue intervenido de varias fracturas en las piernas.

La huella de su compleja recuperación se apreciaba ayer en su rostro cansado y su mirada perdida, que mantuvo mientras se dirigía a los medios de comunicación, ante los que quiso agradecer a su familia la atención que le han prestado durante su prolongada convalecencia, en la que ha llegado a recibir su tercera extremaunción.

El torero se acordó de manera especial de su hermano, de quien ha dicho que le ha demostrado "su cariño auténtico al permanecer aquí noche y día", y de sus dos hijos, adoptados durante su matrimonio con la fallecida Rocío Jurado: José Francisco, que ha cumplido la mayoría de edad mientras su padre estaba en el hospital, y Gloria Camila, a quien acababa de dejar en casa de una amiga cuando sufrió el accidente. De ambos dijo que a pesar de su corta edad se han comportado de forma "muy madura" durante este trance y que el accidente los ha "cambiado mucho".

Ahora, la batalla judicial

A la pelea que ha librado por su salud, Ortega Cano tendrá que añadirle ahora la batalla judicial. El primer informe de la Guardia Civil ya avanzaba que fue el todoterreno del diestro el que invadió el carril contrario porque circulaba a velocidad inadecuada. Aunque ni los agentes ni los sanitarios apreciaron muestras de embriaguez, el análisis de la muestra de sangre que le tomó el hospital certificó que doblaba la tasa de alcohol permitida. Y a la espera del informe definitivo de la Guardia Civil, una asociación de víctimas afirma que iba a 126 kilómetros por hora. Aunque sus abogados impugnarán estas pruebas, la familia del fallecido pretende imputarle un delito de homicidio.

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