Cultura

El torrente jondo y racial de Fosforito, en El Correo

La serie Rito y geografía del cante, que cada semana ofrece a sus lectores El Correo de Andalucía, vuelve a poner al alcance de los aficionados lo mejor del flamenco en estado puro. Mañana le toca a Fosforito, uno de los grandes artífices de este arte.

el 14 sep 2009 / 19:46 h.

La serie Rito y geografía del cante, que cada semana ofrece a sus lectores El Correo de Andalucía, vuelve a poner al alcance de los aficionados lo mejor del flamenco en estado puro. Mañana le toca a Fosforito, uno de los grandes artífices de este arte.

La nueva entrega de la serie de Televisión Española presentada por José María Velázquez-Gaztelu y recuperada en DVD sorprende una vez más a los amantes del buen cante con otro documento excepcional. Antonio Fernández Díaz, Fosforito, uno de las grandes voces flamencas de todos los tiempos, abre las puertas de su casa en Alhaurín de la Torre para regalar una sesión irrepetible de duende.

"Nací en una familia humildísima, con un padre que era pintor de brocha gorda, con ocho hijos", explicaba. "He tenido que poner la mano, cantando en tabernas, en ferias de ganado, en las ventas, a todos los borrachos del mundo; he conocido la fatiga y la necesidad; he viajado en las garitas de los trenes de mercancía ...". En la intimidad de su propia casa, Fosforito despliega un formidable repertorio en el que no faltan letras de su cosecha.

Le acompaña Juan Habichuela, maestro del acompañamiento al cante, un guitarrista que jamás pierde la elegancia ni el sentido del compás. Junto a ambos, sorprenderá a muchos espectadores reconocer la figura de un Antonio Carmona niño, que sigue cautivado las evoluciones de esta improvisada fiesta cuando todavía quedaban muchos años para que se convirtiera en el cantante y percusionista que acabaría liderando el grupo de flamenco fusión Ketama. Completan la reunión las esposas de Fosforito y Habichuela, creando un delicioso ambiente familiar.

Comienza Fosforito interpretando tarantos, para continuar con unas alegrías que el cantaor de Puente Genil consigue llevarse a su territorio, los aires cordobeses, con una enorme solvencia. Un estilo muy poco utilizado en la actualidad, como es el polo, cobra en la garganta de Fosforito matices insospechados.

Lo mismo sucede con la petenera, un cante revitalizado en la sierra gaditana, pero que ejecuta con una sobriedad absolutamente magistral. Cierra el recital una fantástica tanda de seguiriyas, donde los ecos añejos de la voz de Fosforito resuenan con toda su fuerza y expresividad flamenca. Todo ellos trufado de comentarios y observaciones del propio cantaor, en lo que supone otro documento de incalculable valor artístico e histórico.

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