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“El trabajo en hospitales me da vida”

"Para ser voluntario en esta fundación hace falta fuerza y mucha energía”, afirma Mercedes Vázquez, coordinadora de la Fundación Pequeño Deseo

el 07 sep 2013 / 23:45 h.

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Mercedes Vázquez coordina en Sevilla la Fundación Pequeño Deseo, una iniciativa con la que hacer realidad los sueños de niños con enfermedades crónicas o de grave pronóstico. Su trabajo es incompatible con la desesperanza, la desilusión o la desgana. Mercedes asegura que hay que tener “madera” para ello. Quizás llevar el mismo apellido del mítico torero Pepe Luis tenga también algo que ver en la vitalidad y fuerza de esta mujer. J.M.PAISANO (ATESE) J.M.PAISANO (ATESE) –¿Con quién trabaja la Fundación Pequeño Deseo en Sevilla? –En estos momentos, trabajamos con los hospitales Virgen del Rocío y Macarena. En las próximas semanas, cerraremos un acuerdo con el Reina Sofía de Córdoba. Nuestra intención es expandirnos por toda Andalucía. Aproximadamente, tenemos a 32 niños susceptibles de hacerles deseo. Nuestro objetivo es llegar a una media de cinco al mes. –¿Cuál es el mayor sueño de los niños que están hospitalizados? –A partir de los 12 años, las niñas lo que quieren es ver mundo, viajar con su familia, ir a la playa, esquiar... Los niños prefieren conocer a sus ídolos del fútbol. Las niñas más pequeñas desean conocer a las hadas, a las princesas... Las llevamos a Disney. –¿Qué efecto tienen los deseos en los pequeños? –Los niños no son enfermos terminales. Padecen enfermedades crónicas o de grave pronóstico. Tienen que estar toda su vida pendientes de un tratamiento, todo gira en torno al hospital, los médicos... de manera que estos deseos suponen una pausa que psicológicamente les influye para bien. Después de venir de un viaje o de conocer a sus ídolos, cogen con más fuerza los tratamientos. –¿Cómo se selecciona a los niños? –Son los pediatras los que no derivan a los pequeños, los que nos orientan. En otras ocasiones, las trabajadoras sociales. –¿Algún padre se ha negado a que a su hijo se le haga un deseo? –Nunca en los cuatro años de trabajo que llevamos en la Fundación. Y no es así porque vamos siempre de la mano de los pediatras de sus hijos. –¿La Fundación recibe algún tipo de ayuda o consejo de los médicos para abordar a los niños? –Yo no he recibido ninguno ni soy psicóloga, pero esta tarea requiere tener lo que llamamos madera. Yo entro en un hospital y me da la vida. ¡Cuando salgo lo hago con una fuerza tan grande! –Madera y quizás el gen Vázquez también influye.   –(Ríe) Mi madre me dice que tengo un Vázquez dentro muy fuerte. Lo que tengo claro es que la fuerza se transmite y te empuja a seguir haciendo lo que haces. –¿Y cómo hace para no llevarse los problemas y el dolor a casa? –Siempre hay que mirar hacia adelante. Nunca me hundo. El ayer es el ayer y el futuro hay que encararlo con fuerza. Le echo rabia a la vida. Hundirse no sirve para nada. Mi único objetivo es que los niños vean cumplido su deseo y para lograrlo soy persistente. –¿Y qué ha aprendido durante estos años? –Recibo muchísimo más de lo que doy. Soy egoísta en el fondo. Durante mis visitas al hospital me transformo en un hada, en una psicóloga... El momento más bonito de las entrevistas con los niños es cuando dicen “me encantaría...” –La Fundación se mantiene gracias a la ayuda de empresas privadas y particulares. ¿Esa ayuda continúa pese a la crisis? –Eso es lo que más me emociona: ver, por ejemplo, que llenamos el Alcázar para un evento con el que recaudar fondos para cumplir los deseos de mis niños. La gente es buena y solidaria. Tacita a tacita podemos seguir cumpliendo los deseos de los pequeños. –¿Qué debe hacer alguien que quiera colaborar con la Fundación? –Dirigirme un correo electrónico (sevilla@fpdeseo.org). Es un trabajo duro, ojo. Para las entrevistas que mantenemos con los niños para conocer qué es lo que más les gustaría hacer se requiere mucha fuerza y energía. –¿Se han ido voluntarios por no poder aguantar el sufrimiento de los niños? –Claro. Han llegado a decirme: “Me he hundido, no puedo”. No hay que decirles nada, son ellos los que se van porque se dan cuenta de que este trabajo no está hecho para ellos. –¿Reciben ayudas económicas de instituciones públicas? –Las instituciones, como puede ser el Ayuntamiento de Sevilla, nos ayudan por ejemplo con la cesión de espacios para la realización de eventos. Para el 8 de noviembre, el Ayuntamiento nos ha dejado el Palacio de los Marqueses de la Algaba para que organicemos un pase de modelos donde se podrán ver trajes de flamenca, de novias, etc. En este tipo de actos es donde recaudamos más dinero. El que participa se queda muy satisfecho con la organización y sabe perfectamente dónde va el dinero. En rendición de cuentas, la fundación es absolutamente transparente. –¿Pensó alguna vez que terminaría cumpliendo los deseos de los niños, como una especie de Reina Maga? –Pues sí. Yo soy la más pequeña y la única hija. Mis padres me han protegido mucho. Recuerdo que un día, en Las Irlandesas, nos pusieron un documental de las misiones en Perú. Me quedé extasiada. Mientras mis amigas hablaban de los novios, yo pensaba en ese trabajo. Estuve así durante cuatro años. Pero mi padre me dijo: “Eres mi única hija y no te quiero perder. No quiero dejar de verte”. Me convenció. Pero desde entonces siempre he querido dedicarme a ayudar a los demás sin esperar nada a cambio.

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