Cultura

El trono vacante

Tres cantaores de distintas edades –Fosforito, Esperanza Fernández y David Palomar– evocan al genio.

el 02 jul 2012 / 19:42 h.

Camarón de la Isla, bromeando con su faceta eléctrica.
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Son tres cantaores pertenecientes a otras tantas generaciones distintas, pero les une, además del pellizco y las facultades naturales para ejercer su arte, la devoción hacia José Monge Cruz, a quien conocieron en diferentes etapas de sus vidas.

Antonio Fernández Díaz, Fosforito, fue buen amigo de Camarón a pesar de la diferencia de edad -el de La Isla tenía 18 años menos-, y compartió con él, andando el tiempo, la preciada Llave de Oro del Cante. "José murió en la flor de la vida, en la edad de seguir haciendo cosas importantes. Fue una desgracia", se lamenta el artista de Puente Genil, quien no escatima piropos a la hora de referirse a él: "Aportó al flamenco una forma maravillosa, la suya, como el cantaor directo, caliente y sabio que era. No sé si marcó, como suele decirse, un antes y un después. Lo que sí sé es que ensanchó el río del cante, que es lo que hacen los genios", agrega.

Esperanza Fernández, trianera, recuerda haber compartido escenario con el de La Isla en infinidad de festivales, cuando ella se fogueaba como parte del cuadro La familia Fernández. "Nos unía una gran amistad. Todo el mundo conoce su calidad como cantaor, pero como persona... Si había alguien bueno en el mundo, ése era él. Era un ángel", evoca la cantaora.

También tiene su recuerdo infantil de Camarón el gaditano David Palomar. "Lo conocí personalmente siendo yo muy niño, con 11 o 12 años. Se inauguró en el barrio de La Viña la primera peña con su nombre, antes incluso que la de San Fernando, y vino a visitarla. Yo entonces estaba más metido en el Carnaval, hasta que mi padre me regaló el disco Soy gitano y me enamoré. ‘Papá, yo quiero cantar como este hombre', recuerdo que dije. Camarón me dio mi vocación, me motivó. Sin él, hoy yo podría ser podólogo", sonríe.

Lo que tienen claro los tres entrevistados es que ese influjo poderoso que ejerce José Monge sobre cualquier principiante, hay que mantenerlo a raya. "De pequeña yo incorporaba muchos cantes suyos, como hice luego con Lole, con la Niña de los Peines, con Bernarda y Fernanda... Pero no puedes quedarte ahí, tienes que buscar tu personalidad", explica Esperanza.

"Yo nunca lo he intentado imitar, es un terrible error", afirma Palomar. "Lo que hacía a veces era aprenderme cosas de él, la bulería de Viviré, algunos detallitos... Pero corres el peligro de convertirte en un imitador, y con José siempre vas a salir perdiendo en las comparaciones", añade.

¿Hay futuro en el cante después de Camarón? Fosforito prefiere no enredarse en especulaciones: "No soy futurólogo, pero estoy seguro de que el cante flamenco supera a los genios. Camarón murió como murieron Chacón, Manuel Torre, Mairena, Juan Talega y, hace poco, Morente... Mañana pueden salir diez como José, o no salir otro nunca más. Pero tengamos esperanza: en la música clásica no sólo salió Beethoven", dice el artista.

Para Esperanza Fernández, "hoy hay artistas con talento, somos buenos currantes, pero una voz como la de José es muy difícil que salga otra vez. Con su inteligencia, con su manera de ser y estar, yo al menos no conozco hoy a nadie que pueda comparársele", apunta.

En similares términos se expresa David Palomar, quien no obstante evita hablar de trono vacante, "porque nadie va a quitarle el trono que conquistó con un trabajo tan bien hecho, con su labor de renovación del flamenco y con su aura", asevera. "Yo lo veo, para ser sincero, a años luz de todo el mundo. El tiempo lo dirá, pero creo que los demás lo que tenemos es que hacer nuestro camino, aportar nuestro granito de arena y, en todo caso, superarnos a nosotros mismos", apostilla.

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