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El truco del cojín y el del pañal

Los niños y sus padres momentos antes de echar a andar la cabalgata de Reyes Magos de Sevilla

el 05 ene 2014 / 21:18 h.

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Pastora Crespo, Reyes, Marián Monsalve, Victoria Lerdo de Tejada y María González Cortejo del rey Gaspar antes de la cabalgata. FOTO: J. M. ESPINO (ATESE) Participar en la Cabalgata de Reyes de Sevilla ha supuesto hasta meses de preparativos para las decenas de familias que este domingo formaron parte del cortejo. Cada una de ellas disolvía en los minutos anteriores a la salida los nervios acumulados en los días previos, cuando no encontraban la diadema adecuada para el atuendo o se acongojaban mirando al cielo y las webs del tiempo con episodios como el aguacero de anteayer. Todas se dieron cita en el cuartel general del Rectorado antes de salir a repartir caramelos. Es el caso de los familiares que acompañan a la adolescente Marta Castro, de la carroza de La Cenicienta. Su padre, Carlos, ha dejado de salir de beduino este año después de 21 años de cabalgatas. Su hermana Ángela verá la Cabalgata por primera vez en sus 22 años de vida desde fuera. “Yo era el 11 de 12 hermanos, los Reyes Magos se veían con mucha ilusión y yo me hacía la pregunta: ¿Podré salir alguna vez?”, explica Carlos, hecho un manojo de nervios a las 15.45 (un cuarto de hora antes del pitido inicial) y mientras pasa su secreto mejor guardado al pequeño paje sentado en lo alto de la carroza. Se trata de un cojín que permitirá que su trasero aguante sin dolor seis horas sentado sobre un tablón: “Es el detalle de la experiencia”, apostilla. Y no el único. He aquí cuál es la mejor manera de llevar los caramelos: “en doble bolsa de basura, resistente, y con cuatro kilos de carga por niño. Es lo más cómodo para ellos y para la bodeguera”, la persona que reparte las chucherías a los niños conforme se les van agotando al arrojarlas al público, y que en esta carroza se llama Tamara. Cada niño asume una carga de 100 kilos, como cuenta Marián Flórez, la madre de Marián Muñiz, de la carroza de Las 1001 Noches. Es lógico que los Castro lo tengan todo controlado, pero para primerizos como la madre de Marta Jiménez (9 años), Alicia Carrillo, a última hora se formó “mucho jaleo”. Lo peor han sido las dudas a la hora de abrigar por dentro a la pequeña, pero al final las madres de la carroza lo han resuelto gracias a un grupo de Whatsapp. Cómo ajustar el tamaño de los zurrones ha sido en cambio el problema no resuelto hasta ultimísima hora para Pastora Crespo, Reyes, Maríán Monsalve, Victoria Lerdo de Tejada y María González, cinco amigas veinteañeras y “nerviosas por la lluvia” que cayó la víspera del desfile. Todas salen en la carroza del Rey Gaspar. Marta y Ángela Castro Ante la carroza de La Cenicienta./ FOTO: J. M. PAISANO (ATESE) Ese diluvio del día 4 dio pie a que agobiados padres en todas las carrozas agotaran las páginas meteorológicas de internet, (“la americana, la alemana, la del radar...”) como hicieron los familiares de María Victoria Ríos, hija del Mago de la Fantasía... que también participa en el cortejo junto a 30 miembros de su extensa familia: hijos, nietos, yernos, primos... algunos habían venido desde Valencia. Su padre el mago se ha dedicado a hacer pesas desde el verano para prepararse para seis horas de tirar caramelos. A estas alturas da la impresión de que esto de salir en una carroza parece cosa de tener algún familiar en el ajo: Macarena López es la hija del rey Gaspar y sale en su carroza con su madre, cinco hermanos, dos nueras, dos yernos y dos nietos del rey. El director de la cabalgata, Manuel Sáinz, tiene a Áurea Acuña (8 años), la hija de su cuñada Patricia Vergara, en la carroza de Hansel y Gretel. El padre de Áurea, José Manuel Acuña –además, utillero del Betis–, da una estimación de cuánto cuesta vestir a la pequeña: “400 euros no te los quita nadie”. Entre 250 y 300 euros confiesa que le ha salido a José María Márquez, padre de Rocío (8 años), de la carroza de los pajes de Melchor y sin tradición familiar de salir en la Cabalgata. “Es mucho dinero, pero mira, así se le quita el gusanillo a la niña”, exponen los padres, los únicos a los que no había inquietado la meteorología. Lo que más nerviosos les había puesto a ambos es el “detalle” del “dodotis”:niños y mayores que participan en la cabalgata están “obligados” a llevar puesto un pañal porque no hay posibilidad de aliviar necesidad alguna en las seis horas de la Cabalgata.

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