"Al Real Betis volvió a salvarle la conexión checa en el último minuto". El titular ilustraba la crónica de un polémico Betis-Getafe de Copa del Rey en la edición de El Correo de Andalucía del 5 de diciembre de 1991.
Un día antes, el famoso 4-D, el conjunto de La Palmera, entonces en Segunda, se imponía en el Benito Villamarín a un Getafe de Segunda B que en aquella época jugaba de local en Las Margaritas y que se había ganado el cariñoso apelativo de Geta por su incipiente crecimiento.
El conjunto de Josef Jarabinsky se clasificó para los octavos de final de la Copa, ronda en la que fue apeado por el Athletic de Bilbao, después de dinamitar el 1-0 logrado por el once de Madrid Sur en la ida.
Bilek y Grussmann, ya en el descuento, consiguieron los tantos que sellaban el pasaporte hacia la próxima fase. Palencia y Marbella ya habían claudicado en el cuadro previo ante el once verdiblanco, que al final de la Liga regular fue cuarto, tras Celta, Rayo Vallecano y Figueres.
Aquel encuentro de vuelta en el Benito Villamarín fue polémico desde el inicio, pues el presidente getafense, Antonio de Miguel, no almorzó con sus homólogos verdiblancos, una actitud que molestó en La Palmera. Sin embargo, los hechos más graves sucedieron en el minuto 89, cuando el bético Márquez se acercó al meta azulón en la jugada del 2-0 y le dijo en voz baja, tal y como él mismo reconoció, "lo que más duele en el fútbol son los goles, no los golpes".
Entonces, el arquero Caballero y el getafense Caro se abalanzaron sobre el canterano verdiblanco y le persiguieron por el césped del Villamarín. El árbitro, el valenciano Fernández Marín, redactó en el acta la polémica de la siguiente forma: "El número 2 del Betis -Márquez- y los números 1 y 5 del Getafe se pelearon a puñetazos y se insultaron mientras del graderío caían abundante almohadillas". Desde entonces, 19 años de pacíficos enfrentamientos... en Liga
