Hace 365 días, poco antes de las cinco de la tarde, Marta del Castillo Casanueva se preparaba para salir con unos amigos, después de haber ayudado a su madre con las cosas de la casa. Tenía varios planes para esa tarde pero, sin saberlo, escogió el peor de todos: quedar con Miguel Carcaño, un chico de 19 años al que le gustaba usar lentillas azules para engatusar a las niñas. Había tenido con él una efímera relación y, según le dijo a su madre, tenía que arreglar unos asuntos con el joven que se convertiría en su verdugo.
Marta se puso la colonia que más le gustaba, la de vainilla, y como tantas otras veces le pidió a su madre que le rizara las puntas de su largo cabello rubio. A las cinco en punto sonó el porterillo y la joven se puso una chaqueta negra de pana y un pañuelo palestino. "Adiós mamá", le dijo tras darle un beso. El último, porque jamás volvió a verla.
En la puerta de su bloque, el número 3 de la calle Argantonio, se cruzó con su padre que venía de hacer la compra. La joven le sujetó la puerta, mientras el padre le preguntaba dónde iba. "A Triana", le contestó. Le dio un beso y se fue con Carcaño, que la estaba esperando con la moto.
Pero antes de marcharse a Triana, los dos estuvieron con unos amigos en una plaza cercana a la casa de Marta. Allí estaba otro de los protagonistas de esta historia: El Cuco, el menor implicado en el caso. Carcaño compró chucherías en el quiosco de la esquina y sobre las ocho se marcharon a Triana, donde estuvieron unos diez minutos.
24 DE ENERO. 20.30 H. LA HORA DE LA MUERTE
3La hora fatídica se acercaba, sin que Marta supiera que aquellos CD que fue a buscar al piso de León XIII, ese que Miguel heredó tras la muerte de su madre y cuyas paredes serían testigo de un crimen sin resolver, le llevarían hasta la muerte. Allí llegaron sobre las ocho y veinticinco. En el interior está el hermanastro de Miguel, Javier Delgado, un hombre de 40 años separado de su mujer meses antes. Él estaba en el baño preparándose para ir a cenar con su hija. Hasta allí se acerca Miguel y su hermano le pregunta si viene solo. No le contesta, pero su sonrisa pícara le hace entender que viene con una chica.
Su móvil sonó a las ocho y media. Era una amiga de Marta que la llamó varias veces, pero la joven ya no respondía. Media hora después, el rastro del teléfono de la joven se pierde. Alguien los ha apagado al igual que a ella. Los ojos verdes de una niña de 17 años dejaron de brillar, cerrándose para siempre. La niña que jugaba a ser mujer, que aún conservaba sus muñecas, que le gustaba el Rey León y la Sirenita se iba, dejando tras de sí un rastro de indignación y rabia.
LA MADRUGADA MÁS LARGA PARA LA FAMILIA
3A las diez y media las alarmas saltan en la calle Argantonio. Marta no vuelve a casa y a esa hora sabe que debe estar allí. Sus padres comienzan a inquietarse porque siempre avisaba si iba a a llegar tarde. Marta no coge el móvil y la inquietud se vuelve angustia. A las once menos cuarto la madre de Marta comienza a llamar a los amigos de la joven que tampoco la localizaban. Sólo aciertan a darle una pista: Carcaño. La madre habló con él esa misma noche, pero le dijo que había dejado en su casa a las nueve y media.
Era la una y media de la madrugada y esa llamada sitúa a Miguel en Camas, donde por entonces convivía con la familia de la que era su novia, una menor de edad llamada Rocío. Mientras tanto, la familia y los amigos buscaban a Marta de forma desesperada. Su tío Javier se fue a todas las zonas de marcha, su padre a León XIII tras recorrer los hospitales y su madre no se despegaba del teléfono. Era como si a Marta se la hubiera tragado la tierra.
Sobre las dos de la mañana Antonio del Castillo acudió a la comisaría de Nervión, acompañado por amigos de Marta y sus padres. Entre ellos estaba Samuel Benítez, el que luego acabaría en prisión por ayudar a Miguel a deshacerse del cuerpo. El presunto encubridor llegó en manga corta, según los testigos, pese a que aquella madrugada hacía frío y llovía. "Antonio no te preocupes que Marta va a aparecer", le dijo echándole el brazo por encima a un hombre derrumbado.
La madrugada se hizo eterna, como todas las que le vendrían después. Los amigos de Marta llamaron al hermano de Miguel, incluso llegaron a entrar en el piso de León XIII, donde sobre las doce de la noche llegó la novia de Javier, María García, que también acabaría implicada en el caso por encubridora. A las cinco de la mañana volvieron y en el piso estaba Miguel. Había faltado al trabajo y les repitió lo mismo que le dijo a Eva Casanueva: "la dejé a las nueve y media en su casa".
Al día siguiente, la familia acudía a la prensa para denunciar la desaparición de Marta. No hubo lugar al que no llegara el rostro de la niña rubia de ojos verdes y mirada dulce. Sevilla se llenó de carteles que pedían la vuelta de la joven hasta en los taxis. Pero la gran herramienta fue internet. A los tres días de su desaparición más de 700.000 personas se habían unido a los diferentes eventos creados para localizar a Marta. Las redes sociales Facebook y Tuenti se llenaron de mensajes de apoyo a la familia.
Tuenti, donde Marta tenía un perfil, sirvió de punto de arranque para la investigación policial. La Policía buscó desde un principio en el entorno de la joven y en esta página Marta y su pandilla tenían un mundo paralelo. Cientos de fotos de todos ellos en las que aparecía Miguel, Samuel y El Cuco junto amigos de la joven. Sin embargo, en esos días en los que nadie sabía dónde estaba, todos negaban conocerse y casi no se comunicaban por internet. Sólo hubo mensajes de apoyo al menor y uno de Samuel a Miguel, que no contestaba al teléfono. En esos días sólo habló con su hermano, sin saber que tenía el móvil pinchado.
ESPAÑA SE MOVILIZÓ
3Desde internet también se convocaron manifestaciones para pedir la vuelta de Marta. El 31 de enero, una semana después de la desaparición, Sevilla se lanzó a la calle bajo el conocido lema Todos somos Marta. A la semana siguiente, 3.500 personas pidieron la vuelta de la joven a casa y arroparon a la familia visiblemente destrozada tras 15 días sin su hija.
Para entonces la Policía ya ponía el punto de mira entre el río y Camas y decenas de voluntarios de la ONG SOS Sin Fronteras rastreaban las orillas en busca de alguna pista de la joven. Las vías del tren también fueron revisadas palmo a palmo. Nada, pero la esperanza de encontrarla con vida se mantenía.
DETIENEN A CARCAÑO. LA ESPERANZA SE MUERE
3Tras 20 días de incertidumbre, el 13 de febrero la esperanza de localizar a Marta con vida se apagó cuando su ex novio Miguel Carcaño era detenido y confesaba que había matado a Marta la misma noche en la que desapareció. Todos los esfuerzos por encontrarla habían sido inútiles porque a la hora en que su familia comenzó a buscarla ella ya había perdido la vida a manos del que un día fue un amigo especial.
Pero la familia no sólo tuvo que encajar el duro golpe de saber que su hija mayor ya no volvería nunca a casa, sino que en su muerte estaban involucradas más personas, dos de ellas amigos íntimos de la joven. Samuel Benítez, el chico de 19 años que había interpuesto la denuncia con su padre, que había salido en televisión pidiendo su regreso, ese que el 24 de enero dijo "Marta volverá" era detenido. El joven también confesó contando una versión que coincidía con la que entonces ofreció Miguel. Éste la había golpeado con un cenicero y la mató. Miguel le llamó y éste acudió con El Cuco al piso de León XIII, entre los tres la llevaron hasta la pasarela de Camas y la lanzaron al río. El menor también fue detenido y tras él, el hermano de Miguel, pues fue El Cuco quien le señaló: "me amenazó si contaba algo". La novia de Javier, María, también era detenida.
El río fue rastreado durante un mes sin éxito, pese a que más de 200 personas la buscaron entre el lodo. Tampoco estaba en el vertedero, donde se removieron toneladas de basura después de que Miguel dijera en marzo que la había tirado al contenedor tras violarla junto con El Cuco. En septiembre, Miguel volvió a cambiar de declaración: no hubo violación y no sabe dónde está Marta. Sin embargo, su ex novia daba una nueva pista que llevaba hasta una zanja en Camas tras la casa de la menor. Pocos confiaban en hallar allí los restos de la joven, pero aún así quedaba la esperanza.
Nada. Una mentira tras otra que ha condenado a su familia a tener que soportar el dolor de haberla perdido y a no tener ni siquiera un lugar al que llevarle flores. Marta se fue hace un año, pero en su casa la luz sigue encendida. Cuando se apague será porque ya descansa en paz.