El último esclavo de Sevilla

Aunque la esclavitud se abolió en el siglo XIX, décadas después todavía se registraban casos en la Vega del Guadalquivir

el 06 feb 2012 / 20:12 h.

“Una prima hermana de mi padre fue comprada por un señorito a cambio de un burro y ganado, años antes de la Guerra Civil", cuenta José Manuel Ávila, un vecino de Burguillos. A mediados del XIX, el valor de un esclavo (de 16 a 40 años) podía alcanzar los 800 pesos en Cuba, aún suelo español. "Los últimos sobre los que tengo noticia en España se circunscriben al XIX, aun cuando hubiera actitudes similares con la población empobrecida y dependiente en fechas más tardías", confirma el profesor Manuel Lobo Cabrera, catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. ¿Se puede considerar esclavismo la compra, en especie, de una joven para emplearla en tareas domésticas?

Históricamente, Sevilla fue una de las ciudades que mayor actividad esclavista registró. Junto a Lisboa, probablemente conformaba el punto neurálgico de la trata de negros en Occidente. Antes de los indios traídos en los primeros años del XVI, los esclavos procedían fundamentalmente de África. "Muchos esclavos que aquí en Sevilla, para servicio, se venden y mercan", escribía Thomas de Mercado en su Summa de tratos y contratos (Sevilla, 1571). Este autor apunta cifras para la Corona de Castilla de 100.000 esclavos en 1565. Del total, el 7% se concentraba en Sevilla.

Se cumplen 500 años del sermón del dominico Montesinos en la isla La Española (diciembre de 1511). Denunció públicamente el trato abusivo de los conquistadores para con los indios. El corpus jurídico que se genera desde entonces -requerimientos, encomiendas, leyes, cédulas- conforma avant la lettre el actual Derecho Internacional. Fue piedra de toque, por otro lado, de lo que se reconoce hoy como los derechos humanos. Tesis teológicas, argumentos jurídicos y consideraciones éticas se multiplicaban en un asunto que desafió la racionalidad occidental. Historiadores y cronistas aportaban dispares calificaciones sobre los indígenas. Ginés de Sepúlveda los comparó con "monos" -auténtico predecesor de Darwin-.

Sevilla destacaba por la elevada población de esclavos hasta principios del XVI. Muchos de ellos pertenecían a autoridades eclesiásticas, como señala en sus investigaciones Alfonso Franco Silva, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Cádiz e investigador del esclavismo en Andalucía hasta el siglo XVI. Se estima que un 5% de la población de Sevilla pudo ser de condición esclavista. "Los negros eran tratados con benignidad desde los tiempos de don Henrique Tercero, permitiéndoles juntarse a sus bailes y fiestas en los días feriados, con que acudían gustosos al trabajo y toleraban mejor el cautiverio", escri- bía Diego Ortiz de Zúñiga por 1677 en Anales eclesiásticos de Sevilla.

Siglos más tarde, aquellas originarias disputas escolásticas se extendieron a círculos intelectuales, políticos y, finalmente, a toda la sociedad. "A nivel jurídico-político, la Constitución de Cádiz (1812) legaliza la igualdad entre los hombres de ambos continentes", afirma el profesor Francisco Núñez, director del departamento de Historia Moderna de la Universidad de Sevilla. Sin embargo, el debate sobre el esclavismo seguía vivo en el XIX. Las propias Cortes debatían y los periódicos reflejaban el debate sobre el esclavismo. En 1864 nació la combativa Sociedad Abolicionista Española, de la que formaba parte Emilio Castelar. "Yo diré solamente que llevamos 19 siglos de cristianismo, de predicar la libertad, la igualdad, la fraternidad evangélica, y aún existen esclavos, y solo existen, señores diputados, en los pueblos católicos, solo existen en el Brasil y en España." Fueron palabras de Castelar en la sesión de las Cortes Constituyentes del 20 de junio de 1870. Aquel discurso fue una invectiva contra el duro régimen instaurado en Cuba. La ley Moret, que establece las condiciones para la emancipación de la esclavitud, sería promulgada en Madrid el 4 de julio de 1870. Pese a ello, la Sociedad Abolicionista, que no cesó hasta 1888, exigía a las Cortes medidas enérgicas más allá de la península, "la promulgación de una ley que concluya con la servidumbre en nuestras colonias".

Un ejemplo ilustrativo de aquel movimiento fueron las Conferencias Antiesclavistas, libro editado por la propia sociedad tras un encuentro en el Teatro Lope de Rueda de Madrid en 1872. La edición incluía una carta a Mosquera, ministro de Ultramar. "Con dolor lo decimos: España ha sido el último país culto en que ha vivido y ha prosperado el inicuo comercio conocido con el nombre de trata de negros". Los más críticos exigían seguir los pasos de Francia e Inglaterra, o el propio EEUU, donde Lincoln abolió la esclavitud en 1863. La ley del 13 de febrero de 1880 (Alfonso XII), elaborada para la supresión del esclavismo en la colonia de ultramar, creaba la institución sucedánea del patronato. Eran unas condiciones similares de servidumbre que permitían, por ejemplo, el uso de grilletes y cepos. Finalmente, se aboliría en 1886.

"No es posible conocer la fecha exacta de la venta del último esclavo, pero no creo que hubiera en el siglo XX", sostiene el profesor Franco Silva. Si bien ya no existen el tráfico negrero y el sometimiento de esclavos en las primeras décadas del siglo pasado, siguieron reproduciéndose patrones de conducta en las zonas rurales. La lenta evolución de la vida en el campo explica "anacronismos" como el caso de Burguillos. El grabado Amo y esclavo, de Ricardo Baroja -hermano del escritor Pío Baroja- es una aguda embestida contra el abuso de la Iglesia y el papel de los sacerdotes en la primera mitad del siglo XX. Considerada como una forma sutil de esclavitud moderna, se trata de un paralelismo histórico que, por un lado, nos retrotrae al siglo XVI, y por otro, recupera reminiscencias del antiguo régimen feudal. Hombre o mujer, las huellas del último esclavo en Sevilla, posiblemente, se perdieran en una plantación de algodón de la Vega del Guadalquivir.

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