Cultura

El último sorbo de la Fura

La ruta Shanghai-Londres surcada durante el siglo XIX por el velero Cutty Sark ha servido de inspiración a la compañía catalana La Fura dels Baus, que el jueves cerró en Sevilla un pequeño periplo por el país con el espectáculo Shanghai-London since 1870. Foto: Antonio Acedo.

el 15 sep 2009 / 07:44 h.

La ruta Shanghai-Londres surcada durante el siglo XIX por el velero Cutty Sark ha servido de inspiración a la compañía catalana La Fura dels Baus, que el jueves cerró en Sevilla un pequeño periplo por el país con el espectáculo Shanghai-London since 1870.

Asociado con la conocida marca de whisky escocés del mismo nombre que el navío, la Fura dels Baus congregó ayer en el Pabellón 2 del Palacio de Exposiciones y Congresos de Sevilla (Fibes) a 3.000 espectadores en torno a un espectáculo del que tan sólo se han ofrecido tres representaciones (Madrid, Barcelona y Valencia) y que se cerró el jueves en la capital hispalense con una gran fiesta que se prolongó hasta pasadas las tres de la madrugada.

Sombras chinescas, una rueda gigante moviéndose por un espacio escénico de más de 2.000 metros cuadrados y hasta 40 actores sobre el escenario fueron sólo algunas de las sorprendentes propuestas que La Fura trajo ayer a Sevilla, inspirado, según explicó previamente a la representación el director artístico de la compañía catalana, Pep Gatell, "inspirado en el emblemático velero Cutty Sark y en el ambiente portuario de las ciudades orientales y occidentales de finales del siglo XIX", señaló.

"En seis minutos, vamos a China y volvemos a Europa", añadió Gastell, que aseguró que este espectáculo -que tuvo una duración aproximada de 45 minutos- "persigue los mismos códigos visuales y estéticos de La Fura", a pesar de que haya sido un encargo de la firma comercial.

Shanghai-London since 1870, pues, arrancó con un delicioso homenaje oriental en forma de sombras chinescas en tres dimensiones -"algo que no se había hecho hata ahora", apuntó el director- y proyectadas en una pantalla de 12 metros, para desembocar luego en una auténtica fiesta escénica en la que trabajaron hasta cien personas (entre técnicos, actores, malabaristas y personal de apoyo), que se pasearon por 700 metros cuadrados de montaje. El público, que rodeaba la puesta en escena, fue una parte fundamental de la representación.

  • 1