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El vandalismo se multiplica por doce en sólo tres años

En 2005, las revueltas de los suburbios parisinos dieron la vuelta al mundo. Un eco mediático al que investigadores del Centro de Estudios Andaluces atribuyen un efecto llamada por el que desde entonces hasta 2007 el vandalismo se ha multiplicado por 12 en Sevilla. La ciudad acapara el 82,4% de estas conductas en Andalucía.

el 16 sep 2009 / 05:30 h.

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En 2005, las revueltas de los suburbios parisinos dieron la vuelta al mundo. Un eco mediático al que investigadores del Centro de Estudios Andaluces atribuyen un efecto llamada por el que desde entonces hasta 2007 el vandalismo se ha multiplicado por 12 en Sevilla. La ciudad acapara el 82,4% de estas conductas en Andalucía.

La quema de contenedores y las firmas en serie en las paredes -en el argot de los graffiteros llamadas tags- son los "actos estrella" de las conductas vandálicas, que en 2007 ascendieron a 2.637 en Sevilla y a 3.199 en toda Andalucía, según datos recopilados a partir de las denuncias al 112 en el estudio El vandalismo como fenómeno emergente en las grandes ciudades andaluzas.

El estudio, dirigido por los investigadores Mario Jordi (de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla) y Francisco Aix (de la Hispalense), revela un punto de inflexión en 2005 que los autores vinculan a cierto "efecto llamada" por las revueltas juveniles en los suburbios de París, donde las imágenes de auténticas barricadas urbanas dieron la vuelta al mundo. Y es que el efecto publicitario de este tipo de actos es uno de los objetivos de quienes los cometen. Lo importante es "su huella" y a ese fin responde la proliferación de ataques que son grabados y colgados en páginas web y redes sociales.

Jordi y Aix destacan el vandalismo como un fenómeno eminentemente urbano -su origen se vincula al desarrollo de las grandes ciudades-; juvenil -los sujetos predominantes son adolescentes porque hace las veces de "rito de paso" entre la infancia y el comienzo de la edad adulta-, grupal -son actos que se realizan colectivamente- y masculinizado, pues supone un "desacato" al orden establecido en el que hay una demostración de fuerza asociada a la virilidad. Sin embargo, Jordi destaca que "no está atado a una clase social concreta".

De ahí que las grandes ciudades sean el principal escenario. En el caso de Andalucía, Sevilla por su peso poblacional concentra ocho de cada diez actos vandálicos denunciados al 112 y si este fenómeno se ha multiplicado por 10 en general en las capitales andaluzas desde 2005 a 2007 (de 308 a 3.199), en el caso de Sevilla el aumento ha sido aún mayor hasta multiplicarse por 12 (de 222 en 2005 a 2.637 en 2007).

Los investigadores también establecen una distinción entre las ciudades monumentales, como es el caso de Sevilla, Córdoba y Granada en Andalucía, y el resto, que "están viviendo una espectacularización para situarse en el ránking de ciudades visitables turísticamente", subraya Aix. En las primeras, al margen de los daños en barrios marginales -que no son más sino que se ven más porque permanecen más tiempo sin arreglarse y obedecen al rechazo a su propio espacio de quienes se sienten estigmatizados-, los cascos históricos se convierten en el centro de los ataques, por su carga simbólica de enaltecimiento de la historia y el patrimonio.

Detrás de algunos de estos actos, señalan los investigadores, hay una protesta por la exclusión social y un "desprecio a la privatización y mercantilización de lo común". Cada vez más "se da carta libre a la iniciativa privada" en los espacios públicos pensando en el turismo y según Aix "llega un momento en que a los ciudadanos se les trata como turistas".

Para ambos investigadores, el desarrollo de las ciudades y su venta turística la convierten en inhóspitas para el ciudadano y la "hostilidad de las ciudades suscita a su vez hostilidades". Aix critica que la única respuesta a esto sea la "normativa sancionadora que, cuando el espacio público se privatiza y la ciudadanía no lo acepta, converge en una militarización del espacio público, como ha ocurrido en Sevilla con la Alameda".

Junto al patrimonio histórico, también son blanco de ataques aquellos lugares que se asocian al poder, como las placas de sedes oficiales, y mobiliario urbano asociado a promesas de consumo inalcanzables para quien comete el ataque. "Si hay una marquesina con publicidad y otra sin ella al lado, la atacada es la de la publicidad y no es casual", afirma Mario Jordi.

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