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El Velázquez más ambicioso

Francisco Robles presenta en ‘El aguador de Sevilla' una nueva visión del genial pintor

el 15 nov 2012 / 20:03 h.

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El periodista y escritor Francisco Robles, segundo por la derecha, presentó su novela en la Fundación Cruzcampo.
Ni bohemio ni romántico. Velázquez fue un pintor "racional", que desde un primer momento usó los pinceles para hacerse un hueco en la corte de Felipe IV. "Antepuso ser cortesano a pintor, por eso no firmó la mayoría de sus cuadros, un oficio que no era propio de un noble. Era frío, calculador y ambicioso". Es el Diego Velázquez (Sevilla, 1599-Madrid, 1660) que retrata el periodista y escritor Francisco Robles en El aguador de Sevilla (Algaida), una novela que cuestiona muchos de los dogmas que rigen el mundo del arte.

En el acto de presentación del libro, en la sede de la Fundación Cruzcampo, Robles estuvo acompañado anoche por el psiquiatra sevillano Jaime Rodríguez Sacristán, de quien confesó haber recibido ayuda para llegar a entender la "compleja" personalidad de este artista del barroco sevillano. "Puede que resulte incomprensible hoy en día, pero lo cierto es que Velázquez es todo lo contrario a un bohemio". El autor de la novela señaló además que el pintor tuvo muy claro desde pequeño qué quería ser y cómo conseguirlo, por lo que no dudó en trasladarse a Madrid, donde se instaló con sólo 24 años: "Sabía que el futuro estaba en la corte del rey y no en la ciudad de Sevilla, donde sólo podía aspirar a ser un pintor religioso", explicó Robles.

En este sentido, El aguador de Sevilla dibuja una imagen distinta del padre de Las Meninas. A lo largo de sus más de 300 páginas, el lector descubrirá un Velázquez "con una capacidad física sobrenatural y una visión de futuro asombrosa", que, incluso, "llega a falsificar su propia vida para lograr sus propósitos", que pasaban por obtener un título de nobleza, como los hábitos de la Orden de Santiago. Así, en la obra se traza un paralelismo entre la invención de la vida de Velázquez y las reproducciones de grandes obras de arte en nuestros días: "Hoy en día se falsifica el concepto del arte para crear mitos", apuntó Robles, quien alertó de que "el arte se está convirtiendo en comercio y especulación, donde al igual que en la vida de Velázquez importa más el fin que la obra, aunque ésta sea auténtica y realmente buena".

El aguador de Sevilla es pues un relato escrito en clave de thriller, en el que su protagonista, el falsificador de obras de arte James R. Silver, copiará el famoso cuadro El aguador de Sevilla -la obra por la que Velázquez ganó la confianza del rey y que da título al libro- para evidenciar "todas las mentiras" del mundo del arte: "Con este engaño quiere hacer ver que los gestores del arte no tienen ni idea de arte, porque valoran más la firma que la obra, y cualquiera puede ser artista", añadió este periodista y escritor.

La misión del restaurador británico será ardua, pero interesante. No estará solo. Contará con la inestimable ayuda de Luis -un joven crítico de arte en busca de su propia identidad- y de Helen Apple, con quienes dará "un golpe de mano" que conmocionará el mundo artístico.

La acción se desarrolla en la Sevilla del siglo XVII y en otros pasajes ambientados en el Londres actual, Madrid y Roma. Robles ha viajado "en cuatro ocasiones" a la capital británica en los tres años que ha requerido para concebir esta publicación. Confesó por último que eligió Velázquez para la novela porque es un pintor que siempre le ha fascinado: "Pintaba sin abocetar. Tenía la pintura en la cabeza. Era genial y encima sevillano, como yo".

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