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El verano en el corazón de Triana

¿Qué hacen los sevillanos durante estas tardes de calor? Aunque parezca mentira en la calle están. Eche un ojo por San Jacinto

el 10 jul 2011 / 17:56 h.

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El fin de semana los sevillanos suelen tirar para la playita o la piscina, pero durante la semana, ¿qué? Los niños ya hace unos días que están por casa de vacaciones, algunos horarios de trabajo se adaptan al verano, y en la tele habrá muchos canales, pero poca cosa que ver.


Sería lógico pensar que las calles de Sevilla andan desiertas durante el verano. Nada más lejos, al menos en estos primeros días de julio, y si no, dése una vuelta por la calle San Jacinto, el tramo desde el puente de Triana hasta Pagés del Corro; no hace falta andar más. Da igual que sean las dos de la tarde porque la calle ya comienza a llenarse, entre turistas y sevillanos tapeando.


A esa hora y hasta las seis o las siete, más o menos, la estampa es la siguiente: en una mitad de la calle sombra, y en la otra un sol de justicia. Y, ¿dónde están casi todos? En el lado izquierdo (dejando el puente a su espalda), en los bares y cafeterías -ricos aromas salen de ellas, ya sea a pescaíto frito o a gofres y café- que están a la sombra. Muy cómico y muy lógico; cualquiera aguanta el lorenzo del mediodía, ni con la bebida más fría. Aunque hay algunos valientes que se atreven; aprovecharán para coger morenito ¿no? En ese caso póngase al menos una gorrita o un buen protector solar. Sí, aunque sea en ciudad, igualmente hay que tener cuidado con el sol, que 40 grados siempre son muchos grados.


Hacia las seis de la tarde se va animando mucho más esta peatonalizada vía . Que por cierto, ¿quién sería esa mente inteligente que decidió delimitar el carril bici con una gruesa línea de vidrio ? Estallado está de principio a fin, con algunos cristalillos sueltos alrededor. Puede que una de las causas sea el hecho de que siguen circulando coches por ahí, aunque sea tan sólo para atravesar el tramo desde la calle Alfarería hasta Rodrigo de Triana... que los coches pesan, hombre. Así que cuidado por dónde pone el pie, no vaya a ser que con los zapatos veraniegos, con los dedos al aire, se lleve alguna herida de recuerdo. Y sobre todo cuidado con los críos, que son los que corretean calle arriba y abajo. Como esos dos gemelos del otro día, de cuatro años, montados en sus pedazos de motos de mentirijilla a ver cuál de los dos corría más. Y la madre detrás de ellos; no conseguía la mujer alcanzarlos.


Las terrazas de bote en bote para la merienda y las tiendas igual; imagínese ahora con las rebajas, claro está. Si sigue bajando la calle y se fija, a mano izquierda, tras una reja que está abierta durante el día (propiedad privada, así que por la noche, cerradita) se encuentra el antiguo Corral La Parra, una plazuela con sus cuatro bancos acompañados por sus correspondientes pequeños árboles que dan sombrita a cada cual y donde milagrosamente no hace tanto bochorno a la sombra. Ideal para huir del bullicio de San Jacinto. También se puede sentar a ver con tranquilidad a la gente pasar en uno de los bancos decorados con azulejos. Entrañable la imagen de una pareja de abuelos charlando a gusto y cogidos de la mano, como un par de adolescentes. O la abuela abanicando a su nieto de unos meses, tumbado en su carrito "ea, ea, que no pase calor mi machote".

Dudamos que el pequeño entendiera algo, pero reírse se ríe uno un rato. Gran contraste al ver en otro de los bancos a un vagabundo tumbado fumándose un puro como si tal cosa.
¡Ah! Cuidado con ese sabroso olor a pollo del asador de La Estrella que abre el apetito a cualquiera. ¿Estará la mitad de bueno de lo que huele? Quien no se lo pensó dos veces fue el perro que tiraba de su dueña en patines, una escena ¡de película!

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