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Cultura

“El verdadero mal de Santa Catalina es que continúe cerrada a cal y canto”

Francisco Jurado es el arquitecto responsable de la restauración del templo

el 30 jul 2013 / 23:30 h.

Acaba de presentar el informe definitivo del estado de Santa Catalina. El arquitecto Francisco Jurado no tiene vacaciones este verano y viaja constantemente de Madrid a Sevilla. El que mejor conoce las entrañas de la iglesia desvela nuevos datos de una rehabilitación sensible a los sevillanos y que comienza a principios de 2014. –El último informe de Santa Catalina deja un mensaje tranquilizador: la iglesia no sufre riesgo de derrumbe... –Así es. No se han detectado movimientos patológicos graves en los meses de estudio realizados con sensores en muros y demás estructuras del edificio. Por eso yo hablo de arrugas y no de heridas a la hora de intervenir. Se trata de grietas y pequeñas alteraciones, así como de problemas de humedades que no revisten gravedad. –Sin embargo, la imagen que todos tienen, quizás por aquellas primeras fotos del templo lleno de hierros,  es que el templo se viene abajo... –Quizás Santa Catalina no necesitaba de tantos tubos como los que se le colocaron en un principio. Aquí ha pasado co_mo el que va a ver un paciente y lo encuentra lleno de cables. La sensación es que está muy mal, pero luego la realidad es bien distinta. –¿Cuál es el verdadero mal de esta iglesia? –Que continúe cerrada a cal y canto. Sin uso, cuando debería estar utilizándose ya. –¿En qué han podido afectar estos nueve años de cierre y abandono administrativo? –Para un templo como el de Santa Catalina, nueve años es poco, pero tampoco puede seguir más tiempo en esta situación, desnudo, sin yesos decorativos ni muebles. No creo que en este tiempo hayan aumentando las lesiones del edificio, aunque sinceramente tampoco ayuda mucho la losa de hormigón que actualmente tiene una de sus puertas, pues es una alteración por la que se filtra el agua cuando llueve. –Las catas arqueológicas comenzarán a principios de año, ¿qué se espera encontrar? –Principalmente restos islámicos, por lo que se puede ver desde fuera donde encontramos minarete, mihrab y demás elementos arquitectónicos vestigios de su pasado como mezquita. En las excavaciones saldrán las estructuras anteriores, así como otros aspectos para completar la historia de la ciudad. Sería interesante saber qué otras plantas tenía el templo. –Es partidario de exponer in situ, como en El Salvador, los posibles restos arqueológicos que aparezcan... –Sí, ya lo he manifestado en varias ocasiones. Creo que lo mejor para un espacio como este es habilitar un sótano ventilado, que permita airear el suelo y acabar con los problemas de humedades y, si los estudios así lo permiten, mostrar in situ los hallazgos arqueológicos que puedan aparecer debajo de Santa Catalina y que no debemos ignorar, pues supondrán un valor añadido para el templo una vez que abra sus puertas tras concluirse la restauración. –El Arzobispado quiere comenzar la obra “lo antes posible”, aunque todo apunta que no será antes de 2014, ¿cuál es la hoja de ruta de los próximos me_ses? –Una vez diagnosticado el estado de salud del edificio, ahora hay que redactar el proyecto de restauración, que tendrá una duración aproximada de tres meses. Estimo luego un tiempo razonable de entre seis meses y un año para acometer la primera fase, que dependerá de las complicaciones que puedan generar las excavaciones arqueológicas. Aquí se solaparan estos trabajos de investigación en el subsuelo con la intervención en las fachadas del edificio, donde son visibles los desconchones y el mal estado de las paredes, aunque no de la estructura interna. También se abordará el interior de Santa Catalina. Posteriormente le seguirá una segunda fase, en la que se acabarán los trabajos del interior y se adecentará el templo para que pueda abrir sus puertas. Siendo muy optimistas, será en 2015. Las cosas hay que hacerlas sin prisas pero sin pausa. –¿Qué es lo que más le ha sorprendido de todo este caso de Santa Catalina? –A nivel de estudio, los desplazamientos importantes que tiene la fachada. El arco de herradura tiene 65 centímetros de desplome. Sería interesante conocer a qué se debió eso. Llama la atención la calidad constructiva del edificio. Pero también la especial sensibilidad en materia de patrimonio que tiene el pueblo sevillano en este caso en particular y en términos generales a nivel andaluz. Es incomprensible que un templo de la categoría de Santa Catalina lleve tanto tiempo cerrado. Desde fuera es muy fácil criticar, pero creo que siempre hay razones que llevan a esta situación. Hay edificios en otros puntos del país que tienen este mismo problema y no cuentan con tanto apoyo popular. –¿Qué va a suponer la nueva Santa Catalina para el patrimonio de esta ciudad? –El reencuentro de Sevilla con el edificio en su máximo esplendor. Pero de nuevo insisto en que el estudio del subsuelo supondrá un retrato más exhaustivo de la historia de esta ciudad, que a través de los yacimientos arqueológicos, aportarán al templo un complemento extra.

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