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El vértigo político de la crisis

Mientras en España los medios se ocupan del perfil moderado del equipo económico de Obama, los medios americanos utilizan la figura de Roosevelt para preguntarse si asistimos a una nueva era de valores progresistas.

el 15 sep 2009 / 18:56 h.

Mientras en España los medios se ocupan del perfil moderado del equipo económico de Obama, los medios americanos utilizan la figura de Roosevelt para preguntarse si asistimos a una nueva era de valores progresistas. Ante un "cambio" de tal magnitud, que pueda sospecharse la liquidación de la etapa conservadora que ha dominado las últimas décadas, desde la revolución conservadora de Reagan. Aunque estamos ante una nueva era de pronóstico incierto, si disponemos ya de la certeza de la decadencia imparable del conservadurismo ideológico. Algo ya casi irrelevante, porque es de tal calibre el desastre actual, que es más urgente preguntarse por esa nueva era de progreso que entretenerse en los funerales ideológicos de la derecha. Ya nadie puede defender alegremente la virtud infinita de la auto-regulación de los mercados sin intervención pública, como tampoco que lo privado siempre es mejor que lo público.

Ahora toca hablar de valores y del tipo de liderazgo que han de hacerlos posibles. Una reflexión que debe contaminar desde el más humilde municipio hasta la mesa de un ministro. Porque hablamos de una nueva era y no de un puñado de políticas concretas. Hablamos de una época de transformación. De un cambio que ponga en evidencia ese código que ha dominado a la derecha y también a la izquierda. Un filósofo francés ha acuñado el concepto "miedo socialista". Una idea que ayuda a entender esa sumisión a los principios conservadores, evidenciada en los modelos de ciudad desplegados por gobiernos locales de cualquier signo, en la tolerancia infinita con la intromisión de los intereses privados en la gestión de lo público, en la guerra contra el terror a costa de las libertades civiles, o en la ficción de una izquierda de minorías frente a una derecha de "gente normal y decente".

Una nueva época que necesita recuperar una sólida mayoría de progreso. No por la actual conciencia de los efectos del conservadurismo, sino porque se está en condiciones de ofrecer una sociedad mejor. Una coalición de progreso que exige una renovación de la credibilidad, la imaginación, la confianza, la valentía intelectual, lejos de tímidas y engañosas políticas que distraen de las transformaciones que los tiempos exigen. Que no se disculpa de volver a hablar de sociedad y moral.

Un desconocido político de Illinois ha revuelto la política mundial con su victoria electoral. Obama habla de "oportunidad, posicionamiento y estrategia", mientras evidencia su enfado cuando se priorizan los intereses de los ricos, a costa de las necesidades de la gente normal de verdad. Porque a pesar de los expertos, la política no es un mero relato o un producto de marketing. Estamos hablando de la necesidad de pensar en una política que ha de volver a hablar de valores, de progreso, de equidad, de justicia, de igualdad de oportunidades, de bienestar y de seguridad. Un repentino vértigo al que ahora se asoma la política, en medio de la crisis más profunda que nadie vivo recuerda haber vivido.

Abogado

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