Cuando el AVE llega a tantos sitios, para los sevillanos vuelve. Más de quince años encima, los trenes han dejado de parecernos la última modernidad, y palidecen ante los "patos" y otros que van a Málaga o a Barcelona -¿por qué tantos modelos para hacer lo mismo?-. Notamos el paso del tiempo cuando nos toca ir en el único que han remozado hasta la fecha, tan aseadito y actual, sin desconchones ni alfombras amarillentas. Pero donde más lo noto es en la peliculita que ponen al principio del viaje, sin desmayo, una y otra vez desde 1992. Fíjense, si se les presenta la ocasión: en la lista de precios de la cafetería, en una moneda ya inexistente; o en las ropas de los viajeros. Reparen en que reparten periódicos que ya no se editan.
Pero lo alucinante es el teléfono móvil del caballero barbado, ese que desconecta y guarda en su maletín. Pura obsolescencia: tecnológica, porque es un mazacote considerable, con una antena como una radio de coche y un peso de tres kilos en canal; y obsolescencia social también, porque hoy no desconecta el móvil ni su padre. Habrá turistas recién llegados a España que se monten en el AVE y vean el dichoso vídeo, y se pregunten a qué sitio van, a ver si Andalucía está tan poco desarrollada como dicen. O si no estarán viajando en el tiempo, quince años hacia atrás, los que tiene el trenecito.
Catedrático de Derecho del Trabajo
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