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El voltarén no vale para curar rodillas rotas

LA CONTRACRÓNICA. Los grandes males exigen grandes remedios. En el caso del Betis, un punto en Valladolid ni es un remedio ni es nada.

el 04 ene 2014 / 22:13 h.

Valladolid - Real Betis. / Foto: EFE Valladolid - Real Betis. / Foto: EFE Visto lo visto, o sea nada, el Betis y el Valladolid podrían haber estado jugando hasta que los Reyes Magos se pasaran por sus casas para traerles carbón sin que ninguno fuese capaz de marcar un gol. Menudo partidito perpetraron dos indiscutibles candidatos al descenso, el uno colista y el otro no pero con méritos sobrados para serlo. En el caso del Betis, el año nuevo no trajo una vida nueva, aunque lo triste del asunto es que no perder fuera de casa es casi un notición para el conjunto verdiblanco. Pero no todas las grandes noticias son positivas, sólo hay que ver cualquier telediario. Regresar de Pucela con un puntito es algo así como sufrir una rotura del ligamento cruzado de la rodilla y ponerse voltarén. El Betis es más colista conforme más jornadas se celebran, con lo que la cuenta atrás del calendario comienza a ser una amenaza para su integridad anímica. De punto en punto, el Betis necesitaría veintinueve encuentros para llegar a los 40. Las cuentas no cuadran, pero en realidad es lo de menos. Lo que menos cuadra es el propio Betis. Sus grandes males (el último puesto, más de tres meses sin ganar...) no se curan con pequeños analgésicos (no perder un partido, no encajar un gol por primera vez en dos meses...), aunque los optimistas dirán: por algo se empieza. Quién sabe. En esta crítica tesitura, el entrenador del enfermo debe comparecer ante la prensa y opinar sobre partidos lamentables con resultados peores que lamentables en la mayoría de ocasiones, pero no puede decir las verdades del barquero porque entonces la barca y el barquero, valga la redundancia, se hundirían. No puede decir, por ejemplo, que su equipo es incapaz de crear más de dos jugadas con sentido en todo el partido. No puede decir que Rubén Castro no está, aunque se le espera. No puede decir que su rival es igual de malo y de ahí el empate. Y tampoco puede decir que su llegada no ha generado la mínima mejoría. En vez de todo eso, extrae como principales conclusiones de un triste e insuficiente empate en Zorrilla que sus hombres ya no compiten sólo un rato sino el partido entero, que una igualada quizá sea el “inicio de un proceso” que acabará, no se sabe cuándo ni cómo, con el Betis ganando encuentros y que una derrota “podía ser casi definitiva”. Ojú...

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