Antes del mediodía la Blanca Paloma estará con los suyos. No hay horario. La hora la marca la propia Virgen, como dicen los almonteños. Pero lo cierto es que la última vez lo hizo a las nueve menos veinte, demasiado temprano si se tiene en cuenta de que no hace mucho este mismo día se celebraba primero la función principal y luego la procesión. La de este domingo es la primera de las tres salidas que protagonizará la Virgen del Rocío en el escaso margen de 16 días. En esta ocasión, el vuelo de despedida de estos nueves meses de estancia en Almonte será muy especial para quienes llevan semanas engalanando las calles con arcos, romero, palmas y un cielo de flores de papel. La novedad principal es que la Reina de las Marismas paseará por primera vez por su pueblo con el conocido como manto de Pentecostés, que estrenara hace dos años en la romería y que reproduce en su cola una pintura de María con el colegio apostólico. El manto, junto con la saya y el vestido del Pastorcito Divino, fueron realizados en oro sobre tisú de plata en los talleres de Santa Bárbara. Pero también será un día grande porque la procesión tiene lugar dentro del Año Jubilar, decretado por el papa Benedicto XVI con motivo del Bicentenario del Rocío Chico, y cuya celebración en la segunda quincena de agosto propiciará una nueva salida de la Virgen por la aldea. Conscientes de todo ello, los almonteños se han afanado, más incluso que en otras ocasiones, en adornar el pueblo. Destaca especialmente la catedral gótica de la plaza de la Virgen del Rocío, que se levanta a los pies de la parroquia de la Asunción, así como el templete o mini catedral gótica de la plaza del Cristo, ideado por el carpintero local Matías Aceitón Vega, fallecido recientemente y cuyos hijos se han encargado de vestirlo de nuevo para que luzca como lo hiciera en su estreno hace siete años. El recorrido será el tradicional por calle El Cerro, Cristo, plaza del Cristo, calle Sevilla, Conde Cañete, Alcantarilla y Rector Martín Villa para desembocar a la plaza de la Virgen del Rocío y entrar en la parroquia al atardecer como manda la tradición. Allí quedará hasta el sábado, cuando, ya de pastora, saldrá de madrugada para con las primeras luces del domingo volver a la aldea. Terminará pues este sueño de nueve meses. Para el próximo habrá que esperar a 2020.