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El 'western' en su estado puro

Lleva publicándose de forma ininterrumpida desde los sesenta y fue la responsable de que Jean Giraud (Moebius) alcanzara el estatus de maestro del noveno arte que hoy ostenta. Hablamos, cómo no, de la magistral'Blueberry'.

el 24 feb 2011 / 16:45 h.

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Corría el año 1963 cuando un guionista llamado Jean-Michel Charlier, fundador de la mítica revista Pilote, y un joven dibujante de 25 años que respondía al nombre de Jean Giraud, se embarcaban en comenzar a narrar las aventuras ficticias de Mike S. Blueberry, un teniente del ejército confederado que, acabada la Guerra de Secesión, y gracias a la intercesión del general Ulisses E.Grant, seguirá en activo al servicio del gobierno viviendo mil y una aventuras como experto en asuntos indios. Pocos podían imaginar que su creación llegaría a convertirse en una leyenda del noveno arte, cimentando la fama de ambos en este mundillo antes de que Jean Giraud se reiventara en la década de los setenta como Moebius y comenzara a ser considerado uno de los más grandes artistas francobelgas que ha dado la historia del medio.

Y quizás sea precisamente el hecho de que Giraud siga dibujando hoy Blueberry, 47 años después de su nacimiento, lo que llame primero poderosamente la atención de tan longeva y soberbia serie: cualquiera que alguna vez se haya acercado a las páginas de tan magistral western habrá podido apreciar la increíble diferencia que siempre ha existido (quizás más en los comienzos que en la actualidad) entre el Giraud que podemos observar en Blueberry y el que, transmutado en Moebius, hemos podido disfrutar en títulos como El incal, Mayor Fatal, Arzach o El mundo de Edena.

En Blueberry asistimos al proceso de evolución que sufrió el autor en sus dos primeras décadas de profesión, a través de una serie con la que, en sus propias palabras, “he aprendido los mecanismos de la narración del cómic tradicional. Además, me ha permitido mantener una larga relación con el público porque es un personaje muy conocido, y me ha dado la posibilidad de vivir de una manera agradable. Los libros que firmo como Moebius se venden mucho menos, aunque curiosamente son los que me han dado mayor reputación artística”.  

Más allá de lo irónicamente paradójico de la declaración de Giraud, que entronca a la perfección con su “doble personalidad”, encontramos en Blueberry un relato apasionado y apasionante sobre un mundo (el del lejano Oeste) que, por muy pasado que sea, revive con toda su fuerza en la inmensa habilidad que derrochan los autores, con un personaje lleno de matices y de un carisma incuestionable que evoluciona ante nuestros ojos de la misma manera que lo hace el dibujante, ya sea dejándose llevar por la fértil imaginación de Charlier, ya sea, una vez fallecido éste en 1989, tomando las riendas completas de la cabecera (a la que le salieron hermanas como Marshall Blueberry o La juventud de Blueberry, sin duda de menor calado) para llevarla a cotas que pocos podrían haber imaginado; algo que títulos como Gerónimo, O.K. Corral o Dust demuestran más allá de toda duda razonable.

Edita Norma en álbumes cartoné de 48 páginas por 12/15 euros cada uno.

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