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El Zaragoza bajó con su mayor presupuesto y en su 75 aniversario

El Real Zaragoza con mayor presupuesto de su historia (67 millones de euros), el sexto de Primera División, acaba en Segunda en la temporada en que celebra su 75 aniversario, coincidencia que lo ha hecho más doloroso todavía.

el 15 sep 2009 / 05:05 h.

El Real Zaragoza con mayor presupuesto de su historia (67 millones de euros), el sexto de Primera División, acaba en Segunda en la temporada en que celebra su 75 aniversario, coincidencia que lo ha hecho más doloroso todavía.

La segunda temporada del proyecto del máximo accionista del equipo maño, Agapito Iglesias, y del presidente, Eduardo Bandrés, fracasó de la manera que ni los más pesimistas hubieran imaginado en la peor de sus pesadillas, en la pérdida de categoría.

El director deportivo, Miguel Pardeza, el secretario técnico, Pedro Herrera, y el primer entrenador de los cuatro que han pasado por el banquillo zaragocista esta temporada, Víctor Fernández, construyeron un equipo desequilibrado tácticamente, con muchas carencias en determinadas zonas y con jugadores con más pasado que presente y con más nombre que rendimiento.

Además, el técnico no dio nunca con la fórmula para sacarle partido y tampoco supo manejar un vestuario que se convirtió en una bomba de relojería y que le acabó explotando en la cara. Los fichajes generaron unas expectativas desmedidas en el propio club al inicio de la temporada, en la que los propios jugadores se cegaron por el resplandor que creían irradiar, que interiorizaron una grandeza no demostrada y que pensaban que estar entre los mejores era su posición natural, pero que se olvidaron de que en el deporte la complacencia es un compañero peligroso de viaje.

Durante una gran parte de la temporada en la que los resultados no fueron los esperados el equipo no supo ver que sólo con el nombre y con unas estrellas en declive no iba a ser suficiente, y que cualquier conjunto que oponía orden táctico y entrega era capaz de superarle. Así, el equipo navegó por una zona que no era la suya pero no aprendió la lección y fue descendiendo lenta, pero progresivamente, hasta meterse en la zona de descenso, de la que no pudo salir.

Sólo en ese momento en que comenzaron a sonar todas las alarmas se tomó conciencia de la situación, pero entonces se pasó del exceso de confianza al miedo a no saber responder a la situación. La plantilla quedó atenazada y paralizada por el miedo, lo que acabó por devorarla internamente y le impidió responder al hecho de tener que jugar en una zona para la que nadie estaba mentalizado y que ha acabado por consumar el inesperado desastre.

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