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Elección parlamentaria

Acaba de ser elegido José Antonio Griñán como nuevo presidente de la Junta de Andalucía. En los días siguientes a la dimisión de Manuel Chaves como presidente andaluz para incorporarse a la tarea de vicepresidente del Gobierno de España, Javier Arenas pidió la convocatoria de elecciones anticipadas...

el 16 sep 2009 / 01:51 h.

Acaba de ser elegido José Antonio Griñán como nuevo presidente de la Junta de Andalucía. En los días siguientes a la dimisión de Manuel Chaves como presidente andaluz para incorporarse a la tarea de vicepresidente del Gobierno de España, Javier Arenas pidió la convocatoria de elecciones anticipadas en la Comunidad Autónoma de Andalucía, por lo que él y su partido consideraban un fraude al electorado andaluz.

No es muy habitual, afortunadamente, la dimisión de presidentes de gobiernos, pero en los casos en que se ha producido, la democracia ha resuelto la situación poniendo en marcha los mecanismos que están previstos en esos casos. Pedir la disolución de la Asamblea andaluza y la convocatoria de elecciones, es un acto que políticamente se puede entender, pero que democráticamente chirría por todos las piezas del mecanismo democrático. Olvida Javier Arenas que en un sistema parlamentario como el que describe la Constitución Española y los diferentes Estatutos de Autonomía, son los Parlamentos los que eligen al presidente del Gobierno. En nuestro sistema los electores no eligen formalmente al presidente del Ejecutivo, aunque en la práctica, cuando se vota por una lista determinada, los ciudadanos tienen la conciencia de que, además de votar por el partido que presenta esa candidatura, están apostando por el número uno de esa lista para que pueda ejercer la función presidencial. Pero, definitivamente, el primero de la lista ganadora tiene que someterse al trámite de la Investidura, dejando la elección presidencial en manos de los diputados electos. En última instancia, el Parlamento autonómico o nacional tiene la libertad de elegir a quien quiera, parlamentario o no, según los casos, independientemente que encabece o no la lista que los electores han elegido como fuerza política mayoritaria.

Nada impide, pues, que si los parlamentarios han elegido a alguien para presidir un gobierno, puedan elegir a otro, dentro de la misma legislatura, en el supuesto de que el elegido abandonara su responsabilidad, por las razones que sean, incluida la moción de censura. Así que, pedir elecciones anticipadas porque Chaves dimitió como presidente, es despreciar el juego parlamentario y no atenerse a las reglas constitutivas que establecen la Constitución y el Estatuto de Autonomía andaluz. La elección de Griñán es tan legal, democrática y parlamentaria como lo fue la de Manuel Chaves hace un año. Javier Arenas no es precisamente la persona más indicada para poner en duda la soberanía del parlamento andaluz, porque, si no recuerdo mal, él ha protagonizado, en alguna ocasión, un hecho similar al que se ha producido ahora en Andalucía con la marcha de Chaves. ¿Qué hubiera tenido que pasar cuando Javier Arenas se presentó ante los electores andaluces, bajo la promesa de querer gobernar Andalucía o ser el líder de la oposición y al poco tiempo marchó a Madrid a ocupar una responsabilidad distinta a la que se había comprometido? Si hay que disolver el Parlamento porque el presidente de la Junta se marcha antes de concluir su mandato, ¿qué ocurre cuando el que se marcha es el líder de la oposición?

A los andaluces no les preocupa el cambio de cara en la forma en que le preocupa al PP de Andalucía. Entiendo que habrá ciudadanos que añoren al que ha sido su presidente durante diecinueve años, pero entiendo mejor que esos mismos ciudadanos mantendrán su ilusión y su esperanza en la oferta electoral que les hizo el PSOE de Andalucía y, en su nombre, los hombres y mujeres que se presentaron en sus listas, entre ellos, José Antonio Griñán, nuevo presidente de Andalucía, elegido por el mismo sistema y procedimiento parlamentario que el anterior. Estoy seguro de que el cambio de titular presidencial se conducirá de una forma correcta, porque, por una parte, tengo experiencia en ese campo, ya que hace dos años en Extremadura se produjo un proceso parecido y el hoy presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, ha encontrado su sitio, ha dotado a la Presidencia de la Junta extremeña y a su Gobierno de las notas que caracterizan la personalidad del nuevo presidente, sin que los extremeños hayan percibido virajes sustanciales en el proyecto de cambio que lideran los socialistas. No tengo dudas de que Manuel Chaves adoptará una actitud sabia y generosa, consistente en entender que su liderazgo en Andalucía ha terminado y que es el momento de Griñán y que a los que fuimos, pero que ya no somos, sólo nos queda sentarnos en la última fila del autobús, procurando no molestar al conductor que maneja los cambios, el freno, que ve el cuentakilómetros, las revoluciones del motor y el espejo retrovisor. Sólo cuando el conductor tenga dudas y decida preguntar a los pasajeros, entonces será el momento de dar nuestra opinión.

La pretensión de querer seguir conduciendo desde el asiento de atrás sólo se le ocurre a los muy cretinos y a los que no se resignan a perder el poder que, democráticamente, ejercieron durante un tiempo. Eso son cosas de Aznar, que no tiene inconveniente en hacerse una foto a los 13 años de haber formado su primer Gobierno, poniendo a su derecha a Mariano Rajoy, al mismo nivel que a Esperanza Aguirre o que a Mayor Oreja. Chaves, jamás se hará esa foto. Yo, tampoco.

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