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Elecciones anticipadas y mociones de censura: las prisas nunca son buenas

Alas primeras de cambio se disparan las especulaciones. El resultado de las pasadas elecciones en el País Vasco y en Galicia configuran un nuevo escenario en la política española marcado por una mayor soledad en el Congreso de los Diputados del partido de gobierno, el PSOE. Uno de sus principales aliados, el PNV, se ha convertido en un feroz...

el 16 sep 2009 / 00:17 h.

Alas primeras de cambio se disparan las especulaciones. El resultado de las pasadas elecciones en el País Vasco y en Galicia configuran un nuevo escenario en la política española marcado por una mayor soledad en el Congreso de los Diputados del partido de gobierno, el PSOE. Uno de sus principales aliados, el PNV, se ha convertido en un feroz enemigo dispuesto a pasarle factura por su desalojo del gobierno vasco.

De modo que, a partir de ahora, los socialistas se encuentran con mayores obstáculos para sacar adelante sus propuestas legislativas. Han de afinar su estrategia, por tanto, para no que no visualice más de lo debido la precariedad en la que se encuentran. Temen, en definitiva, proyectar una imagen de bloqueo e impotencia al comprobarse como cada una de sus iniciativas gubernamentales pueden ser derrotadas sistemáticamente, teniendo que asumir, por el contrario, las que plantee la oposición al contar con más votos. A los andaluces esta experiencia no nos resulta nueva. Por desgracia, sufrimos las consecuencias de "la pinza" que establecieron PP e IU en la legislatura de 94-96 y que tan nefastas consecuencias tuvo tanto para sus artífices como para la política.

Propuestas descabelladas. A pesar del tropezón que supuso para sus impulsores tan delirante operación, los hay que todavía muestran cierta inercia a acometer los atajos que hagan falta con tal de llegar antes a su objetivo. Es el caso de Javier Arenas quien no puede disimular las prisas que tiene en el cuerpo por llegar a estrenar un remozado Palacio de San Telmo. No tuvo remilgos en solicitar abiertamente elecciones anticipadas en Andalucía cuando apenas habían pasado unos siete meses de los anteriores comicios.

Ni siquiera su jefe, Mariano Rajoy consideró entonces medianamente sensata esta idea que podría quedar como siempre, como un ejercicio más del fuego de artificio al que nos tiene acostumbrado el Jefe de la Oposición. De no ser porque, pasado el tiempo, ha llegado a insistir en la misma línea. Ahora, la última ocurrencia es plantear toda una moción de censura aunque no tenga votos para ello. Medida que ve factible tanto en Madrid como aquí.

El riesgo de la desmesura. Estamos frente a una clara estrategia que tiene su origen en el preciso instante en el que terminó el recuento de votos del pasado 9-M. Esto es, no se reconoce el triunfo legitimo del contrario, se dar por hecho, sin tiempo alguno para comprobar la evolución de los acontecimientos, que estamos ante una legislatura perdida. Es por eso que encaja perfectamente en ese esquema el escaso entusiasmo que demuestran para cerrar acuerdos estructurales con el gobierno. Todo lo que se haga es para nada ya que estamos ante un modelo agotado, dicen. Pues bien, será cuestión de demostrar que están equivocados.

En ese sentido, a pesar del estrecho margen de actuación que deja la dura crisis que vivimos, hay ocasión más que de sobra para articular una reacción adecuada: la que pide la ciudadanía que no puede ser otra más que ofrecer desde las instituciones respuestas serias y solventes, sin aventurerismo político alguno, sin la desmesura propia de aquél que se ve urgido por no perder el último tren que pasa por delante de él.

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