Jóvenes al día

"‘Elige la Vida’ existe y está únicamente por y para las personas que atiende"

Sara Nicolás lleva implicada en Elige la Vida casi tres años, un periodo de tiempo que ella, ahora voluntaria liberada de Elige la Vida, ha sabido aprovechar para conocer más acerca de algo que le entusiasma desde que era una niña: el ámbito de lo social.

el 27 abr 2014 / 08:00 h.

Sara Nicolas voluntariaElige la Vida es una asociación que nació en 1989 en el seno de uno de los barrios más emblemáticos y con más solera de la capital hispalense: Triana. Su principal objetivo es el de ayudar a personas que pasan por momentos difíciles, que sufren exclusión social. Muchas de ellas están en situación de calle (sin hogar) y un alto porcentaje tiene o ha tenido problemas de drogodependencia. Entre sus voluntarios y trabajadores encontramos a Sara Nicolás, una chica comprometida que, a través de su experiencia, consigue que ampliemos nuestra visión de las cosas. ¿Qué le llevó a Elige la Vida? Cuando terminé el ciclo superior de Integración Social tenía que estar seis meses de prácticas en una asociación y tuve la oportunidad de poder elegir esta. El ámbito de drogodependencia y situación de calle me llamaba la atención, ya que venía de haber sido voluntaria en prisión... y elegí precisamente esta ONG porque los proyectos que conocí en la web fueron muchos y me parecieron muy interesantes. Además, en muy poco tiempo, en dos semanas nada más, me di cuenta de que era afín al enfoque de trabajo de la organización. Yo creo que son las casualidades de la vida, esas de las que te alegras y de las que siempre te alegrarás. Ha dicho que fue voluntaria en prisión... ¿había pertenecido antes a otras organizaciones? Sí. Desde que tengo uso de razón me recuerdo participando en asociaciones. Fui voluntaria en Cruz Roja, colaboré en teatros de mujeres, ayudé en la cárcel durante cuatro años, di un taller cultural, estuve contratada con Acnur gestionando las campañas de sensibilización... Creo que desde chica tenía muy claro que mi ámbito era el de lo social. ¿Cómo definiría lo que hace Elige la vida? Resumiendo mucho, lo que hace esta ONG es un acompañamiento de vida. Nuestro objetivo primordial es que la persona que entra sea persona, algo que parece muy básico pero que es importantísimo para trabajar con ciertos colectivos. Intentamos que tengan conciencia de que tienen derechos, de que los pueden exigir. Queremos que sean protagonistas de su situación y de sus decisiones. Nosotros los acompañamos en todos esos pasos por si hay que ayudarles, siempre de una manera respetuosa. ¿En qué valores se fundamenta la organización? Está por y para las personas que atiende. Es algo que se cumple, no se trata de simple palabrería. Después está la justicia social, que es nuestro enfoque de trabajo. También hay otras palabras que describen muy bien cómo funcionamos: acompañamiento pedagógico, sensibilización, denuncia, participación, trabajo comunitario... ¿Cuál es su función en la organización Elige la Vida? La de todos los que estamos aquí. Se trabaja de una manera muy horizontal. Todos hacemos lo mismo, desde el alumno en prácticas que acaba de entrar hasta la junta directiva, las personas contratadas, los voluntarios… Todos. ¿Fue ese modo de trabajar de manera horizontal lo que más le sorprendió cuando llegó? Sí. Me sorprendió de forma grata. Es una anarquía extraña que, cuando llegas de nuevas, te da un poco de vértigo. Ves que el espacio es de todos, que se entra y se hace uso del despacho con total libertad, que nada más llegar se te dan las llaves de todas las habitaciones, que a la hora de hacer las cosas todos somos responsables... Al principio, no sabes como gestionarlo, pero si eres afín a este tipo de organización no habrá problema. Si no lo eres, pues te costará más adaptarte. A mí me fue muy agradable mi estancia nada más entrar. Además, creo que esta forma de trabajar enriquece muchísimo a un equipo de trabajo y, en concreto, a la asociación. ¿Dista mucho esa forma de organizarse a la que puede encontrarse en otros sitios? Sí. Venimos de otros enfoques en los que cada persona es un número y se trabaja desde la desconfianza, procedemos de contextos encorsetados: el usuario es usuario, el trabajador es trabajador, el voluntario es voluntario... cada cual tiene una parcela de la que no se puede salir, de la que no puede moverse. Aquí he desmontado todo eso. Ha sido deconstruir. Es muy interesante. Si algún día me voy de aquí, lo haré con un enfoque de lo social como debe de ser. Todo es flexible y adaptable, la persona a la que se atiende es persona antes que cualquier cosa. No es usuario, es protagonista de su situación. ¿Entonces cómo definiríasu experiencia en la asociación? Reveladora. Por esa forma de trabajar en línea horizontal y porque aquí no se sufre de titulutis. Ahora parece que es imprescindible tener muchas titulaciones para poder trabajar pero aquí se ponen por delante las habilidades y capacidades de las personas y después está lo que haya hecho. Hoy en día encontrar sitios así es encontrar un oasis. ¿Con que podrías comparar lo que vives en Elige la Vida? Suena ñoño pero esto se asemeja a una gran familia, para lo bueno y para lo menos bueno. Paso más tiempo con las personas que están aquí por las mañanas que con mi padre, con mi pareja... eso crea unos vínculos muy potentes. Funcionamos con un nivel de confianza muy alto. También es un reflejo claro de la sociedad en que estamos: en entornos así puedes analizar la sociedad en la que vives y cómo la viven los demás, cómo la ven las personas a las que atiendes. ¿Qué le aportan esas personas a las que atiende? Me llama la atención su capacidad de lucha. Me cuesta trabajo entender cómo nosotros por un problema, menor o mayor, estamos muy agobiados y después viene aquí una persona que ha pasado el día en la calle y es capaz de hacer una broma. Es entonces cuando ves su capacidad para adaptarse. Tampoco puede hacer otra cosa: se tiene que levantar cada día y enfrentarse a la realidad. Pero tienen eso. Pese a todo ofrecen muchas cosas. Es una pasada porque yo no sé si en su situación ofrecería tanto. ¿Y qué cree qué le aportan ustedes a esas personas? Tratamos de convertirnos en un referente para ellas. Intentamos sacarles una sonrisa, que creo que también es otra responsabilidad que tenemos. Lo importante es estar ahí conscientemente, estar de verdad en el sitio y por las personas que estamos. Es la única forma de, además de ayudar aportarles algo a un nivel más personal. ¿Qué proyectos tienen para alcanzar todos sus objetivos? Muchos. Aunque aquí los proyectos se mezclan un poco. Tenemos la atención ambulatoria a personas sin hogar, un proyecto que seguimos haciendo aunque no se nos haya concedido la subvención por parte del Ayuntamiento. Incluye la ducha, el desayuno, la derivación de recursos, el acompañamiento… También está la atención ambulatoria a personas drogodependientes. Se mezcla un poco con el anterior pero a este se le suma la recogida y dispensación de tratamiento de metadona, la motivación al cambio... ¿Otros proyectos además de los de atención ambulatoria? Sí, claro. Existe un proyecto dedicado a las familias que se hace en coordinación con la unidad de trabajo social de Triana. Hay otro, subvencionado, de orientación laboral. Y después están los proyectos que son más pequeñitos pero igualmente importantes como Zoom, un taller de arteterapia. Lo hace una chica de Bellas Artes que se ha especializado en esa rama. El taller encajaba muy bien aquí porque a mucha de la gente a la que atendemos le cuesta ir a sesiones con el psicólogo aunque le haría falta porque es algo muy verbal. Entonces la arteterapia lo que hace es sustituir lo verbal por herramientas de arte: fotografía, escultura… La verdad es que ha tenido mucha acogida. ¿Cómo se puede participar? Es tan fácil como venir, dejar que nosotros contemos cómo trabajamos y el enfoque que tenemos y que, entonces, la persona diga qué le apetece hacer, que elija lo que quiera investigar. Lo importante es el compromiso, aunque vengas un día al mes. Lo que se intenta siempre es buscar el espacio para que todos puedan participar a su manera en Elige la vida y sienta también que la asociación es suya. ¿Animaría a la gente para que se apuntase a un voluntariado? No voy a decir la típica frase de que todos somos responsables. Cada uno que asuma la responsabilidad como quiera. Aunque sí que es verdad que participar en movimientos sociales te da una perspectiva. Le pones cara a las situaciones, conoces nombres e historias... cambias tu forma de pensar y eso influye en tu día a día. Casi por egoísmo habría que participar. ¿Aportan mucho los jóvenes de la organización a Elige la Vida? Hay de todo. Hay gente joven que ha perdido las ganas y gente con 60 años que tiene todas las ganas del mundo. Aunque sí es cierto que, en un contexto tan complejo como el de lo social, la gente que llegamos de nuevas tenemos pureza, la mente abierta, ilusión y confianza en que se pueden cambiar las cosas... Ganas, motivación e ilusión. La inocencia de que nada está viciado. ¡Hasta yo cuando entré veía posibles más cosas que ahora! Seguro que es por la intensidad del trabajo.

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