Sevilla. 20 de junio. 21.00 horas. Plaza de San Francisco. Un grupo de personas acuden a un acto de silencio. Muchos van perfectamente informados, otros se unen sobre la marcha a lo que parece ser una oración panreligiosa, espiritual y abierta a todos que tiene por objetivo lograr un universo más pacífico. Detrás de la convocatoria está la Red Consciencial de Andalucía, uno de cuyos portavoces, Soliman, afirma sin ningún género de dudas que ellos "son el 15-M": "El movimiento lo iniciamos nosotros. La Red Madrileña de Luz convocó a 800 personas el 13 de mayo en la Puerta del Sol, meditaron durante media hora y cantaron un OM." Tanta energía se concentró allí que dos días después miles de indignados tomaron las plazas.
¿Difícil de creer? No para este colectivo ciudadano. "Abrimos un punto cuántico, cocreamos una nueva visión del mundo, de la tierra, del vivir", asegura Soliman, quien lejos de ser el rey invencible del que toma su nombre -"no lo elegí por eso, tengo mi nombre administrativo pero escogí este porque resuena más con mi energía", aclara...- habla con una fluidez irrefrenable empleando una jerga que tan pronto recuerda al doctor Jiménez del Oso como a esos programas de Ovnis y apariciones de la madrugada.
"No tenemos nada que ver con eso", arguye dejando entrever una considerable ráfaga de cabreo. "En nuestro colectivo uno puede ser marxista, otro de derechas y el de más allá, leñador", asegura al respecto de la Red en la que se agrupan asociaciones sevillanas de nombres tales como Círculo Sierpes, Nueva Tartessos o Nueva Consciencia Planetaria.
Ni masones, ni ocultistas. No lo ponen fácil a la hora de encasillarlos. Ni tan siquiera existen palabras que describan con exactitud qué es esto de una red consciencial y por qué tienen tanto calado en Andalucía. "Para saber qué es el agua tienes que beberla. No hay palabras que nos describan. Somos un despertar a una nueva realidad", dice Soliman, con un puntito entre hombre razonable e inocente profeta de verbo inagotable.
Aunque a estas alturas haya lectores que quieran poner bajo lupa a esta agrupación, que nadie pierda la calma. No piden nada, carecen de estamentos y su organización se limita a una serie de convocatorias por la red. "Tenemos la calle y el campo como única sede", asegura nuestro interlocutor. Es en ella donde buscan "la luz que alumbra a todos los seres humanos" (sic).
¿Religiosos? No los imaginamos debajo de un capirote. "No existe pasado ni futuro". Este Soliman no puede ser más tajante. "Nos interesa el aquí y el ahora, el Más Acá. La existencia o no del Más Allá nos coarta y desvirtúa nuestra realidad", afirma.
De alguna manera ellos representan la versión budista y/o taciturna del 15-M: nada de liarla con caceroladas y ruideras que mandan a freír espárragos el Yin y el Yang. En medio de una de estas concentraciones un espontáneo pega una voz y es ipso-facto expulsado del paraíso. "La sociedad está muy enferma, tiene un cáncer a nivel sociológico y antropológico. En la masa las personas se comportan como bestias, a nivel global la humanidad no sabe ni a dónde va. La gente no es consciente de sí misma", argumenta. Un poco iluminados sí que se les ve, pero, bien pensado, no deben andar muy desencaminados. Si de todos modos siente que esto no va con usted, no intente huir. Puede que ya esté atrapado: "Hay gente que está en la Red Consciencial y no sabe que está dentro, pero su corazón ya ha sintonizado con nosotros". Ojú.
