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Emana hizo que el trámite tuviese un poco de clase

Los suplentes del Real Madrid hicieron el ridículo contra el Real Unión, de Segunda B, y los suplentes del Betis solventaron con eficacia y buen fútbol a ratos su eliminatoria ante el Castellón, un rival de bastante más nivel que el vasco. Los suplentes y Emana, claro. El camerunés fue un espectáculo.

el 15 sep 2009 / 18:17 h.

Los suplentes del Real Madrid hicieron el ridículo contra el Real Unión, de Segunda B, y los suplentes del Betis solventaron con eficacia y buen fútbol a ratos su eliminatoria ante el Castellón, un rival de bastante más nivel que el vasco. Los suplentes y Emana, claro. El camerunés fue un espectáculo.

El partido, frío como el ambiente, empezó oficialmente a las nueve, pero en realidad comenzó a dar de sí a las nueve y veinte. Hasta entonces, lo único que aportó, por resaltar algo, fue un lanzamiento de falta que Monzón ejecutó mal y los pitos con que los pocos valientes presentes en Heliópolis despacharon a José Mari cuando desperdició un servicio de Diego Segura al área convirtiéndolo en saque de portería. En el minuto 20, como queda dicho, el enfermo que era el encuentro dio sus primeras señales de vida. Gracias al Castellón, todo sea dicho, que dejó atrás su timidez inicial y demostró por momentos que la resignación no iba con ellos. Perico, autor de una inquietante internada abortada ya dentro del área (m. 21), y Baigorri, con un zurdazo que un defensa acertó a desviar a córner (m. 24), despertaron así al Betis, cuyo ataque dependió casi siempre de los destellos de Emana. Replicó precisamente el camerunés con un jugadón que Sergio García estropeó con una mala vaselina ante Oliva.

Curiosamente, ese intento de sombrero y otro similar del propio Emana tras un magnífico servicio de Rivera fueron los únicos acercamientos peligrosos de verdad a la meta del Castellón hasta el intermedio. Por parte visitante, su opción más clara nació de un fallo de Ricardo al tratar de recoger un balón por la línea de fondo, aunque el portugués tuvo la capacidad de reacción suficiente para impedir que un ex sevillista, Víctor Salas, pusiese algo de incertidumbre a la eliminatoria.

Y así murió la primera mitad, sin un dominador claro ni un equipo superior al otro por mucho que Rivera y Juande controlasen el centro del campo con cierto desparpajo y por mucho que Paco Chaparro buscase soluciones para abrir los caminos que conducían a la portería enemiga. Porque probar, probó: primero puso a José Mari en ataque, a Diego Segura en la derecha y a Sergio García en la izquierda; luego cambió las bandas; y por fin ensayó con Sergio en punta. Pero nada.

Con ese mismo dibujo final afrontó el Betis la continuación, pero esta vez ya no hubo dudas sobre la superioridad del equipo de Primera, liderado definitivamente por Emana y su constante goteo de delicatessen. De uno de sus detalles debió beneficiarse José Mari para firmar la paz con la grada, pero no hubo manera. Luego fue el africano quien desaprovechó una buena asistencia de Diego Segura, pero está visto que a Emana le gusta la virguería, el más difícil todavía, así que tres minutos después de su error cogió la pelota en el centro del campo, dejó atrás a tres rivales y sobrepasó a Oliva con un derechazo raso y seco que colocó la pelota junto a un palo. Ahí se acabó el choque. El Castellón se abrió, Sergio García halló otro hueco por donde colarse y ver portería -¡qué le cuesta al catalán hacer gol!- y el Betis ya está en octavos de final. El Real Madrid y el Villarreal, por poner dos ejemplos, no pueden decir lo mismo.

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