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Empeñados en pagar las letras

Empeñamos más y pedimos más dinero. Yates, coches de alta gama y las consabidas joyas y tecnologías. El mundo de las casas de empeño está viviendo una nueva expansión. Foto: J.M. Cabello.

el 15 sep 2009 / 18:45 h.

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Empeñamos más y pedimos más dinero. Yates, coches de alta gama y las consabidas joyas y tecnologías. El mundo de las casas de empeño está viviendo una nueva expansión. La crisis obliga y ya son miles los sevillanos que acuden a estos establecimientos y se empeñan hasta el borde de sus posibilidades con tal de salir de la crisis.

Desprenderse de algún objeto valioso cuesta. Y más si es para conseguir dinero por ello y sin saber si se va a volver a recuperar. Por ello, el negocio de las casas de empeño nunca ha gozado de gran popularidad entre los ciudadanos. Tan sólo se contemplaba como el último recurso tras agotar otras vías menos traumáticas. Sin embargo, en los últimos tiempos, este panorama ha cambiado: el paro, la negativa a conceder créditos y la delicada situación de las empresas ha hecho que ya sean muchos los que se suman al carro de este negocio. De hecho, según las cifras manejadas por varias entidades, la clientela de estas casas ha crecido un 30% más que en años anteriores.

Mabel es una de las encargadas de Euros ya, una de las casas de empeño situada en pleno centro de la ciudad. Según explica, "si antes atendíamos a un par de clientes al día, e incluso a veces, a ninguno, ahora atendemos a una media de 10 diarios".

Y no sólo eso. El cambio no ha sido sólo cuantitativo, sino también cualitativo. La actual coyuntura económica ha modificado el perfil del cliente y los objetos a empeñar. "Si antes la mayoría de clientes pertenecía a la clase baja, inmigrantes o parados que no llegaban a final de mes y que necesitaban dinero para pagar, por ejemplo, el piso, ahora, la mayoría pertenece a la clase media o media alta que hasta hace poco llevaban un alto nivel de vida que ahora no puede continuar llevando". Así explica Rosa Rioja, subdirectora de la cadena de tiendas y oficinas de empeños Prestamitos, con sede en Sevilla, cómo se está viviendo esta situación en su negocio.

Y si ha cambiado el perfil del cliente y sus necesidades está claro que también lo han hecho las pertenencias que empeñan. Aunque el oro y las nuevas tecnologías siguen siendo las principales fuentes de la que beben estas casas, la nueva generación de "empeñadores" se arriesga más y ya se atreve hasta con vehículos y yates por los que llegan a pedir hasta 60.000 euros. "La media hasta hace poco -según explica Rosa Rioja- era que nos pidieran unos 500 o 1.000 euros por pequeñas cosas de valor; pero las últimas peticiones ascienden hasta los 30.000 e incluso 60.000 euros por objetos valiosos". También ha crecido el grupo de los que, por un pequeño objeto tasado en escaso valor, "piden una gran cantidad de dinero que, evidentemente no se les puede abonar", como explica Mabel.

No es de extrañar que luego muchos no sean capaces de afrontar el pago y no puedan recuperar sus objetos. Si antes este grupo lo formaban tan sólo el 5% de los clientes, ahora ha ascendido hasta el 60% de ellos. "Antes era normal que la gente volviera a recuperar lo que empeñaba; ahora lo normal es que decidan darlo por perdido ante la incapacidad de devolver la cantidad de dinero solicitada".

Franquicias. Como si de establecimientos de comida rápida se tratara, las casas de empeño comienzan a franquiciarse, muestra inequívoca del éxito que están obteniendo y de la expansión que están sufriendo. Aunque en Sevilla, de momento, no estén proliferando en demasía estas casas, en otros lugares de España este crecimiento es ya una realidad. Es el caso de la cadena de Rosa Rioja. Desde 1989 esta firma poseía 10 tiendas. Desde hace un año y medio "ya son 17 los establecimientos con nuestro nombre".

La cara amarga de las casas de empeño la protagonizan desde aquellos clientes "que casi se avergüenzan de venir a estas tiendas" hasta los que al finalizar el plazo dado para devolver el préstamo, no pueden afrontar el pago. "La gente suele traer objetos personales de alto valor sentimental y el llanto es casi inevitable en muchos de los casos ", explica la encargada de Euros ya. "Es un duro trago para todos".

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