El tomate de Los Palacios y Villafranca y varias pedanías de la comarca está ya siendo sembrado después de que la Agencia Andaluza del Agua haya concedido dos hectómetros de suministro para regadío. Esto se logra después de la presión desde la Comunidad de Regantes de las Marismas del Bajo Guadalquivir y del propio alcalde, Antonio Maestre (PSOE), en este sentido.
El bombón colorao de Los Palacios y Villafranca, preciado fruto en busca de la denominación de origen, estuvo a punto de peligrar esta campaña, pues faltaba agua. Finalmente, las cooperativas de Las Palmeras, de El Trobal y de Pinzón, esta última en Utrera, inician la siembra de unas 30.000 matas por hectárea, y se plantarán 900, durante este mes y abril.
La concesión de agua se produce tras la reunión que los responsables de las cooperativas y de la comunidad de regantes junto con el regidor mantuvieron hace tres semanas con el presidente de la Agencia Andaluza del Agua, Jaime Palop.
La transformación del tomate se erige en oportunidad fundamental para los agricultores tras el recorte por la reducción de cultivos como el algodón o la remolacha como consecuencia de las nuevas OCM (Organización Común del Mercado) de la Unión Europea.
El riego concedido ahora es imprescindible para que fructifique la planta una vez haya sido trasladada del invernadero al campo, según lo asegurado por el gerente de Las Palmeras, Enrique González, a la sazón concejal de Desarrollo Rural en Los Palacios y Villafranca. Recuerda que precisamente la falta de agua impidió la siembra en los dos últimos años, e insiste en la importancia de la cosecha de éste, después de tres anualidades de sequía. Y es que el tomate para la industria puede ser el cultivo más rentable de la campaña si la cosecha es buena, porque los precios se mantienen "a unos niveles razonables".
De este sector dependen, según sus cálculos, unas 200 familias de los poblados próximos a Los Palacios y Villafranca y unas 500 en todo el Bajo Guadalquivir. Pero también resalta que el tomate para su transformación es un cultivo de futuro, con una gran demanda exterior, que requiere mano de obra y que viene a paliar los efectos causados en la comarca por las OCM del algodón y el azúcar. "El proceso se realiza en nuestras propias plantas, lo que supone más valor añadido, tras la importante inversión realizada por las cooperativas", concluye. El Bajo Guadalquivir cuenta con cuatro instalaciones de tomate industrial. Junto a las de El Trobal y Pinzón, hay otras dos en Lebrija y Las Cabezas de San Juan. En 2005 cultivaron hasta 5.000 hectáreas con destino a transformación, a cargo de 800 agricultores del territorio.
