En busca de la seguridad plena

Los vecinos de Utrera reclaman el desvío de los últimos 300 metros que quedan del arroyo Calzas Anchas para evitar que se repitan las imágenes de las inundaciones de 2007.

Por Salvador Criado La noche del 20 al 21 de noviembre de 2007 no fue una más en la historia de Utrera. Aquel día, a los más mayores del lugar, se les vino a la memoria en buena medida lo ocurrido en el año 1962. El arroyo Calzas Anchas volvía a recordar que es más utrerano que la propia ciudad y dejaba una imagen dantesca tras desbordarse. Con aquella instantánea aún en la retina y el desvío acometido, ahora se habla de ampliar este proyecto. calzas-anchasSólo quedan unos 300 metros, que no se previeron en la actuación inicial, y que servirán para llevar el nuevo cauce del Calzas Anchas más allá de la carretera de circunvalación oeste de Utrera (A-375). De esta forma, barriadas como La Gordilla y Los Dolores podrán dormir definitivamente tranquilas, al igual que ya hace el resto de la ciudad, cuando el cielo descargue con fuerza. Se espera que antes de que acabe el año se licite una obra que llevarán de la mano la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) y el Ayuntamiento utrerano. Serán casi 2,3 millones de euros, de los que el 80% lo pondrá CHG, a través del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder); y el 20% restante será aportado por el Consistorio con recursos propios. Será la guinda a la historia de un arroyo del que pocos se acuerdan cuando va casi siempre vacío, pero que echa a temblar a más de uno en cuanto las lluvias son más fuertes de lo normal. A lo largo del pasado siglo, dos son los momentos más trágicos que ha dejado escritos en la historia de Utrera. Sin duda, el peor de todos fue el 27 de diciembre de 1962, con una riada que se llevó por delante la vida de tres personas –de 40, 49 y 65 años– e incalculables destrozos valorados en 60 millones de pesetas de aquella época. Pero es el desbordamiento de 2007 el que más reciente está en la memoria colectiva de un municipio por cuyo casco histórico discurre soterrado el cauce natural del arroyo. Una tromba de 160 litros por metro cuadrado fue la causante de tan lamentable suceso. Conforme pasaban las horas, Utrera se temía lo peor. Y así fue. Cuando el 21 de noviembre estaba comenzando, a eso de las 00.30 horas, el Calzas Anchas no pudo soportar más en el punto en que comienza su entubado y empezó a escupir ríos de agua que anegaron cuanto encontraron a su paso. Calles, viviendas, colegios, comercios, garajes… se vieron afectados a lo ancho de la localidad. Más de un millar de casas –algunas con un metro y medio de agua–, decenas y decenas de vehículos aparcados en cocheras subterráneas, medio centenar de personas evacuadas de sus hogares, 100 millones de euros en daños, más de 200 efectivos de seguridad y emergencia –incluida la Unidad Militar de Emergencia– empleándose a fondo para intentar devolverle la normalidad a una ciudad para la que se pidió la declaración como zona catastrófica. Éstas son algunas de las cifras que enmarcaron aquella jornada y que dan una medida de la tragedia que se había vivido. En ese instante no era momento de buscar culpables ni de recordar aquel “se veía venir”, sino de apoyar una ola de solidaridad que recorrió Utrera para ayudar a los muchos utreranos que habían perdido prácticamente todo. Sin embargo, no es menos cierto que, desde varios años atrás, se hablaba de la necesidad de acometer un proyecto de esta envergadura, valorado en 12 millones de euros. El último empujón // Parece que hizo falta que esta ciudad saliera en la primera página de los periódicos y que abriera informativos para que se decidiera actuar. Sólo dos días después de la riada, se anunciaba que se iba a licitar el desvío. En cualquier caso, no sería hasta agosto de 2009 cuando empezó una obra sobre la que ya se alzaban unas voces que ahora vuelven a estar de actualidad. Y es que, desde antes incluso de comenzar aquellos trabajos, desde Utrera ya se señalaba la necesidad de ampliar un desvío que, si bien es cierto que eliminaba la mayor parte del problema, no lo era menos que había aún zonas de la localidad que tenían que seguir guardando tras la puerta de las viviendas esas tablas que, a modo de tapia, se instalan cuando viene el agua. El 9 de junio de 2012, quedaba inaugurado –con presencia del ministro incluida– el que, sin duda, es el proyecto de mayor envergadura acometido en la historia reciente de Utrera. Sin embargo, a esa obra aún le queda pendiente el último empujón, esos 300 metros que harán al Calzas Anchas cruzar la carretera de circunvalación antes de darle vía libre a que fluya por el campo. Será entonces cuando los utreranos esperan poder escribir el último renglón de una relación con su arroyo de toda la vida que les ha dado más quebraderos de cabeza que beneficios.

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