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En busca de los valientes de Santa Clara

Javier y Roberto persiguieron al atracador que raptó a una madre y sus hijos a punta de pistola. No lo detuvieron pero son los ‘héroes' del barrio

el 24 ago 2010 / 18:19 h.

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Roberto Carlos Martínez y Javier Sáez han recibido múltiples felicitaciones de sus clientes.
Ayer por la mañana, Roberto Carlos Martínez, de 27 años, cogió un taxi para ir a su lugar de trabajo, el supermercado Covirán de la urbanización Santa Clara de Cuba. Al subir al vehículo, el taxista se giró hacia él. Al instante, se giró otra vez.
-¿Tú eres el que persiguió al atracador del Cajasol, no?
-Sí, soy yo- le contestó Roberto.
-¡Te he visto en la tele! ¡Enhorabuena, hombre!- le felicitó el taxista, estrechándole la mano.
Al llegar al destino, el conductor le rebajó la factura algo más de un euro. Privilegios de valientes.

En el supermercado no se hablaba de otra cosa. Dos de los trabajadores, conocidos por los clientes habituales, ["¡Son unos niños buenísimos, con un arte, más graciosos!", decía una clienta] se habían convertido en protagonistas gracias a su osadía. "Estáis como los artistas de Hollywood", les dijo una señora. Ellos sonreían como si nada y repetían su aventura cada vez que les preguntaban.

Javier Sáez, de 32 años, está de vacaciones en la playa. Pero el lunes fue a la carnicería del negocio para cubrir a un compañero. A media mañana salió a la puerta para echarle un vistazo a su coche. Fue entonces cuando comenzó la película.

"¡Cogedlo, cogedlo!". El director de la sucursal de Cajasol de la calle Fray Marcos de Niza salió a la calle gritando. Acababan de atracar la oficina. "Ahora te llevamos el bolso", le dijo Javier, creyendo que iba a poder recuperar el botín y sin imaginar que la película iba de atracadores y pistolas. Se montó en su coche y, al doblar la calle, recogió a Roberto, que había echado a correr tras el ladrón. "Tenía un poquillo de miedo, era la primera vez en mi vida que me veía en una así", confiesa.

Tras recorrer las calles aledañas, Roberto -alto, delgaducho y ágil- se bajó del coche y fue tras el atracador. "El hombre estaba asfixiado, no podía correr más. Déjame ya, déjame ya, me decía. Y yo le gritaba que me diera el dinero, que lo iba a coger. Pero me encañonó y ya me frené. Si no hubiera llevado una pistola, no me dura ni dos segundos".
Javier, que los seguía en su coche, vio cómo el ladrón encañonaba a una mujer y se montaba en el asiento del copiloto, llevando a dos niños en el asiento trasero. "Yo también tengo dos niñas, así que los seguí". La persecución se libró por el Polígono Carretera Amarilla y la avenida de Andalucía. Después de que el vehículo se saltara varios semáforos, Javier perdió su rastro al adentrarse en los Pajaritos.

"Dicen que fue Julián Muñoz el que atracó el banco, me lo ha dicho Paquirrín", bromeaba un cliente mientras Javier narraba la hazaña. Él se ríe. Cuenta que ayer estaba igual de alegre: "Me río siempre". "¿No tuviste miedo?". "En ningún momento". Una de las razones de su temeridad es que cree que el arma del ladrón era falsa. "Lo primero que hacen los atracadores es dar un tiro al aire, ¿no? Y se hubiera intentado montar en mi coche, me hubiera encañonado a mí".

Otra de las causas es que el suceso no es del todo extraño. "Nos roban todos los meses de agosto, estoy acostumbrado". El presidente de la comunidad de propietarios del centro comercial Santa Clara le restó importancia a este asunto: "Esto no es un búnker, hay los mismos robos que en cualquier calle de Sevilla". La Policía Nacional le requirió ayer las imágenes de las cámaras de seguridad del recinto, que habrían grabado la cara del atracador. Aunque para identificarlo ya está Roberto: "Lo tuve a un metro de distancia. Si le viera la cara, lo reconocería".

Mientras llega ese momento, pues el atracador no ha sido detenido, Javier y Roberto disfrutan de su repentina popularidad. "En 25 años, en la vida he visto a nadie correr detrás de un ladrón armado", le dijo un policía a Roberto. "Eres el Batman de Santa Clara", "Sois como la Belén Esteban del barrio", "¡Artistas, que estáis hechos unos artistas!", les dedicaban los clientes. Y ellos, orgullosos, sólo querían que acabara la mañana. A Javier lo esperaba su mujer en la playa. A Roberto, una tarde de entrevistas en televisión.

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