A causa de la crisis económica y de una pésima política cultural, las compañías de teatro independiente viven una situación agónica. Pero la crisis es el modus vivendi del teatro, y por fortuna en nuestra tierra podemos contar con unos magníficos profesionales que no están dispuestos a renunciar a su profesión, o lo que es lo mismo, a su vida. Esta nueva compañía nace con la intención de encontrar nuevos recursos que permitan abordar con dignidad una producción teatral sin depender del dinero público. Así, para poder llevar a cabo este montaje Isa Ramírez y Ana Ropa han recurrido a un método curioso, aunque tan antiguo casi como el teatro: la rifa. Se trata de un sorteo, con papeletas y todo, cuyo premio es una mariscada a base de gambas en un conocido restaurante sevillano. Y tal vez porque hay más gente que valora el teatro de lo que nos parece, o porque el personal está necesitado de banquetes gratuitos, lo cierto es que la fórmula ha funcionado. La obra parte de la premisa de que no hay nada mejor para combatir la penuria que la risa, de ahí que se decante por el humor del absurdo y un singular ejercicio de autocrítica que, por desgracia, acaba delimitando un relato un tanto vacuo y endogámico. Y es que, en su empeño por empezar riéndose de ellos mismos, la dramaturgia se centra en algunos de los males del teatro contemporáneo, como su necesidad de transcender o su excesiva carga conceptual. De esta manera, descuida el planteamiento inicial, esto es, el desencuentro y la soledad que embarga a los individuos en nuestra sociedad. Es lo que se desprende de los personajes dos gambas que se encuentran en una pecera de la que sólo pueden salir acicalándose, o lo que es lo mismo vendiéndose para ser servidas en un plato que dista mucho de ser una bandeja de plata. No obstante, cabe destacar que el espacio escénico es funcional y sugerente; la iluminación consigue arropar a las intérpretes y recrear una atmósfera surrealista; los números musicales, magníficamente interpretados en directo por las dos actrices, consiguen transmitir el humor blanco del clown, y tanto Ana Ropa como Isa Ramírez dan rienda suelta a su vis cómica derrochando maestría, talento y dominio del escenario.
