Economía

«En España hay mucho empleo ‘kleenex’, de fácil sustitución»

El ex presidente del Tribunal Constitucional y consejero de Estado, Miguel Rodríguez-Piñero, considera que ha faltado valentía política y consenso social para abordar una reforma laboral más profunda.

el 22 ago 2010 / 18:32 h.

Miguel Rodríguez-Piñero.

-¿Cree que con la reforma laboral se ha perdido una oportunidad única para hacer verdaderas transformaciones de las relaciones laborales?

-En parte se ha perdido una oportunidad en relación con las expectativas que se esperaban con la reforma. No se entiende que a través de una modificación legislativa se pudiera cambiar radicalmente la dinámica del mercado de trabajo y, sobre todo, la escasez de empleo. Es muy difícil que una reforma laboral, a corto plazo, solucione el problema, aunque a largo plazo sí. Partiendo de esta idea puede ser en parte una ocasión perdida porque ha faltado un consenso político y social sobre una reforma por la que todo el mundo apostaba y en la que, sin embargo, nadie ha hecho un esfuerzo máximo.

-¿Hubiera escogido el decreto ley en lugar de un proyecto de ley por la urgencia?

-El decreto ley ha sido siempre el que se ha utilizado en España para las últimas reformas laborales. Es muy difícil a través de un proceso legislativo ordinario introducir medidas quirúrgicas. La pregunta es si una vez decidida la conversión se hubiera podido hacer una reforma más convincente. Tras la lectura de las enmiendas no hay cambios significativos. Ningún grupo político ha hecho un esfuerzo por dar pasos adicionales radicales.

-¿Qué reforma laboral cree que necesita España?

-La reforma sigue la línea de lo que hay que conseguir, que es reducir temporalidad, facilitar extinciones contractuales cuando las empresas lo necesiten y la movilidad interna junto a una mayor flexibilización. La reforma se queda corta porque se ha partido de que no se toca el tratamiento del despido improcedente, y esto afecta al resto del sistema porque si ese despido sigue valiendo 45 días, siempre existe el peligro de que se tome como referencia. La segunda rémora es que a través de la definición de las causas económicas cada vez se complica más la labor judicial. España y Francia son los únicos países de Europa donde el control judicial afecta a las causas económicas que llevan a esas modificaciones empresariales. Una intervención judicial sobre razones económicas, organizativas y técnicas es un control que puede ser contraproducente o excesivo.

-¿Qué diferencias esenciales tiene la legislación laboral de nuestro país frente a la de los socios europeos?

-Las diferencias fundamentales están en cuatro cosas. La primera, que la contratación temporal no se usa como mecanismo de ajuste sino como mecanismo de adaptación. Tenemos un exceso de temporalidad basado en que se trata de huir del contrato estable, mientras que en otros países no se huye. La segunda generalidad de nuestro sistema está en la intensidad del control judicial en los despidos económicos. La última palabra en una decisión puramente económica la tiene un juez y no la empresa. La tercera son las indemnizaciones por despido improcedente, que son notablemente más elevadas que las de nuestro entorno. El daño que hace la pérdida del empleo en España es mucho mayor que en otros países porque en éstos es más fácil recolocarse y eso incide mucho en las pequeñas empresas, que tienen un tratamiento distinto de las grandes. La última peculiaridad está en que todavía hay una contraposición entre la lógica y la realidad del sistema. La lógica es la protección y estabilidad en el empleo y la realidad es un despido muy liberalizado pero muy caro. Creo que la solución sería no tanto liberalizar el despido sino racionalizar la extinción, de manera que cuando un empresario despide a un trabajador lo pueda hacer sin un coste elevado estableciendo medidas de protección social, formación profesional... Eso puede facilitar que la rotación no traiga consigo un periodo de desempleo de año y medio, cuando en otros países la media de encontrar empleo es de dos meses.

-¿Apurar los dos años de cobrar el paro responde al diseño del sistema de protección?

-Son elementos culturales y de obsolescencia de conocimientos porque no hay una formación permanente. En España hay demasiado trabajo, llamémoslo kleenex y que en EEUU se llama trabajo Mc'Donalds, porque en dos días aprende lo que tiene que hacer y se puede sustituir fácilmente por cualquier otra persona.

-El debate se ha centrado en el coste del despido ¿es ahora más barato que antes?

-Con la reforma se va a conseguir el abaratamiento del precio del despido objetivo, pero no del despido improcedente, que es el que sigue marcando la pauta en la cultura organizativa. En empresas que están en suspensión de pagos se está discutiendo 35 días a costa de los acreedores. Esa lógica es un dato muy peculiar de nuestro sistema.


-¿Ha tenido que ver que los empresarios hayan preferido pagar más para evitar pasar por los tribunales?

-Eso está claro. Nuestra cultura está creada en buena parte por los empresarios, que han preferido ganar libertad pagando más que someterse al control y la decisión, y eso ha tenido un precio muy elevado y de alguna manera ha generado estas disfunciones que sólo se pueden corregir canalizando las extinciones por los medios normales.

-La negociación colectiva sólo se ha tocado de pasada...

-La reforma no toca la negociación colectiva salvo el descuelgue salarial porque no se ha querido, porque están negociando empresarios y sindicatos ahora. Yo creo que ésa es la segunda parte de la reforma. No digo que sea la más importante pero sí tanto como la primera. Cómo conseguimos una negociación colectiva más dinámica, no centrada en los salarios sino en la organización del trabajo, que revise cuáles son los niveles de negociación, los actores... hay muchas cosas pendientes porque tenemos un sistema muy obsoleto y rígido cuyo origen es de 1958.


"Mis hijos y nietos se jubilarán más tarde"

-La subida salarial hasta junio está unas décimas por encima del objetivo firmado. ¿Qué habría que hacer?

-La moderación salarial no es el principal problema. Nosotros hemos pagado un excesivo precio de rigidez de la negociación colectiva para mantener el control de los salarios. Preocupa más la no vinculación de las alzas salariales al rendimiento o a la productividad.

-¿Cree que está justificada la convocatoria de una huelga general?
-La justificación es por estrategia sindical. Es posible que los sindicatos no puedan hacer otra cosa que ésta, una huelga, una protesta contra una reforma que nos les gusta, pero creo que en el fondo comprenden que era necesaria. Los respeto, son los que toman las decisiones y los responsables de ellas.

-En España hemos cogido parte del modelo alemán, del austriaco, ¿es ésa una buena solución o mejor un modelo propio?
-El modelo alemán ha existido siempre en España. El cambio es conseguir que el despido sea la última solución con recolocación, suspensión, traslados... El modelo austriaco es la creación de un fondo para indemnizaciones, pero éstas son muy pequeñas. Así es fácil hacerlo. No sé si es el mejor momento económico para crear ese fondo, pero la opción puede beneficiar a ambas partes porque el trabajador se asegura un fondo que no pierde cuando cambia de trabajo y el empresario lo va pagando con lo que en el momento del despido no tiene que pagar.

-¿Partidario de alargar la edad de jubilación?
-Francamente sí. O alargamos la edad de jubilación o la gente cobrará pensiones mucho más bajas. Creo que hay mucha gente hoy que física y psicológicamente puede trabajar con 66 o 67 años. La demografía es clara, antes a los 65 años llegaba poca gente, ahora no es así. El futuro de las pensiones de mis hijos y mis nietos es que mis hijos y nietos se jubilen más tarde.

-¿Ve el final de la crisis?
-Eso no lo sabe nadie pero creo que vamos a mejor.

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