Cultura

"En esta ciudad solo eres capillita o alternativo, el término medio no existe"

Una historia múltiple sobre la incapacidad para volver a sentir es la propuesta del escritor sevillano Javier Márquez para su segundo libro después de ‘Telegramas en domingo’, y que además supone su salto a la novela.

el 23 mar 2014 / 23:30 h.

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Javier Mariscal, sevillano de 1973, llevaba tiempo echando de menos una mirada diferente sobre la capital hispalense, ajena al tópico como a la beligerancia. Y como no la encontraba en las librerías, se decidió a escribirla. El resultado se titula Tragalluvias y acaba de ver la luz en la colección De Sastre del Grupo Palimpsesto 2.0, aunque su génesis, según explica el propio autor, data de dos años atrás. Javier Mariscal«Para mí era un reto», explica. «Tenía unos escritos de hace diez años, los retomé, de 20 folios me quedé en dos... Pero ahí empezó Tragalluvias», recuerda. Una novela que, advierte de antemano, «tiene mucho de fragmentario y juega constantemente con el estilo, de modo que necesita una cierta complicidad por parte del lector». Así, a través de personajes como Anne, Robin, Sean, Belle, Miriam, tita Dolores, Edward G. Robinson, la abuela o Natasha se va urdiendo una compleja trama dirigida a un objetivo: tratar de explicar «la incapacidad de volver a sentir, ya sea el amor u otro tipo de experiencias nuevas», apunta Mariscal. Sobre el hecho de que todos los personajes tengan nombres anglosajones, aunque sean inequívocamente sevillanos, comenta que «simplemente se llamaban así en los primeros borradores, y cuando los retomé ya no era capaz de verlos con nombres españoles». Por otra parte, la novela prescinde de las mayúsculas, «un capricho que yo quería consentirme, y que la editorial, que es bastante abierta, ha aceptado finalmente», comenta. Pero no es la única licencia vanguardista que se permite Mariscal, pues la propia estructura se presenta como «un libro que se va desnudando poco a poco, con diferentes historias que los personajes solo dejan entrever, hasta formar un rompecabezas que el lector debe intentar componer en su cabeza», explica. Y, ya toca decirlo, está también Sevilla. Sin máscaras, tal cual es: El Picalagartos es El Picalagartos, aparece El Jueves, las librerías frente al Rectorado, también La Extravagante... «Quería que fuera todo muy consciente, porque es una forma de reivindicar una Sevilla que me encanta, pero que nunca aparece en la literatura ni en ningún sitio. En esta ciudad parece que solo puedes ser capillita o alternativo, lo de en medio parece que no existe. Yo he querido poner esa Sevilla en el centro de la trama, hablar de ella y mostrarla sin complejos». Para Mariscal, esa dificultad para no perder la sensibilidad que agobia a sus personajes tiene algo de síndrome generacional, de esa gente que nació en democracia y lleva muy mal los divorcios entre la realidad y el deseo. «Mis personajes sufren esa especie de insatisfacción que es muy de quienes nacimos en los 70, pero también poseen una especie de integridad», asevera. «La novela está hecha de preguntas que se lanzan al aire, algunas tienen respuesta y otras no, pero prevalece una mirada positiva». Lo seguro es que, respecto a su debut, Telegramas en domingo, Mariscal ha experimentado en este nuevo libro una notable evolución. «Me he sentido con más seguridad, más capaz de solventar dificultades y tratando de no dejar que se me escaparan los personajes», dice este devoto de la Generación perdida americana y de los maestros rusos, pero que también hace guiños en Tragalluvias a Dashiell Hammet y a Charles Bukowski. Ahora, el sevillano trabaja en una novela «que empecé pensando que tendría cierta proyección comercial, porque está ambientada en la I Guerra Mundial, pero ya estamos en el centenario y me temo que no me ha dado tiempo de acabarla», concluye.

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