Después de escribir la novela me di cuenta de que he sido coherente con mi propia cobardía. Lara Moreno (Sevilla, 1978) acaba de publicar 'Por si se va la luz' (Editorial Lumen), una obra donde la autora evoca, entre otros temas, el amor, el desencanto que provoca una sociedad cada vez más aniquilada y los miedos y retos a los que se enfrenta una generación (a la que pertenece) que es incapaz de renunciar a los privilegios engañosos que le ofrece el sistema.
En la novela, una pareja de treintañeros urbanitas, Nadia y Martín, decide irse al campo para romper con la sociedad en la que viven y desprenderse de lo material. Buscan un lugar para partir desde cero ante la incapacidad de luchar contra lo que no les gusta de su mundo anterior. Allí se encuentran con Enrique, Elena y Damián, a los que después se unen Ivana y Zhenia. El primer título que le puse fue Óstrov, que significa isla, porque me interesaba ese concepto como el círculo cerrado que somos todos. Uno está encerrado dentro de sí mismo y al final se choca con sus paredes en una lucha constante. A esto se suman las otras islas en las que vive, como la pareja, la familia, la sociedad... Conforman círculos concéntricos.
A pesar del transfondo crítico de la novela, insiste en que su discurso no pretende ser político, sino literario. Son más reflexiones e ideas basadas en lo orgánico, en lo que te sale de dentro, que conclusiones en sí mismas. Reconoce, aun así, que el discurso político que inevitablemente subyace en la obra parte de la absoluta desconfianza en el sistema y en nosotros mismos para cambiarlo. La pérdida de derechos sociales o la certidumbre de que su generación vivirá peor que la de sus padres han influido en ella. Los de mi generación no somos capaces de ponernos enfrente y arreglar el problema, concluye.
Si bien aborda sobre todo estos asuntos, la también autora de los libros de relatos 'Casi todas las tijeras' y 'Cuatro veces fuego' asegura que no es una obra autobiográfica. El objetivo era hacer una novela coral, por un lado por la parte creativa y, por otro, por no darlo todo en un único personaje que fuera una mujer de mi edad, en un contexto social y con unas inquietudes como las mías. Reconoce que en el personaje de Nadia se ha podido soltar un poco más, aunque consiguió alejarse de ella hasta el punto de no comprender algunas de sus reacciones. Y después está la relación de pareja. Aunque muchos se plantean que está en crisis, no es más que lo propio de una vida en común, reflexiona Moreno, quien subraya que la relación de su generación con el amor es muy conflictiva si se compara con la que tenían sus padres o abuelos. Estamos constantemente evaluándonos a nosotros mismos y a nuestra pareja y eso nos impide vivir la relación con sosiego. No sabemos gestionar la cotidianidad.
Uno de los retos que se planteó la autora al escribir 'Por si se va la luz era' conseguir un lenguaje fluido sin perder la intensidad, lo que le podía generar dificultad al proceder de uno más poético, como reflejan sus obras anteriores. He sido siempre muy críptica, metafórica y simbolista, pero desde hace unos años me interesan las cosas más directas, sin llegar a la desnudez total, porque los rasgos poéticos salen, indica Moreno, que dice que así se demuestra que uno es lo que lee o lo que quiere leer.
