Economía

'En Europa hay un gran déficit de gobierno económico"

El eurodiputado Antolín Sánchez Presedo defiende el poder público frente al arbitrio de los mercados.

el 03 mar 2011 / 23:20 h.

El eurodiputado Antolín Sánchez Presedo, en el encuentro.

El eurodiputado socialista Antolín Sánchez Presedo inició ayer su conferencia Crisis y gobernanza económica en la UE describiendo de forma rotunda cómo ha quedado el sistema económico mundial tras el paso devastador de la crisis: "Bretton Woods ha quebrado". Con este punto de partida se auguraba un foro de debate descarnado sobre un escenario complejo. Los acuerdos de Bretton Woods sentaron las bases de las relaciones comerciales y financieras actuales, las reglas del juego del mercado entre las grandes potencias, entre los países más industrializados. En Bretton Woods se creó el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el dólar se consolidó como moneda internacional hasta nuestros días.

Son las reglas del juego, y Sánchez Presedo, a la sazón miembro de la Comisón de Asuntos Económicos y Monetarios y de la Comisión Especial sobre Crisis Económica, Social y Financiera en el Parlamento Europeo, empezó por reconocer que algo había fallado. En el contexto actual, el crédito interbancario se ha contraído, algunas economías nacionales se han colapsado, los mercados han quedado presos de la parálisis o de la histeria y la sociedad ha vuelto la mirada a los poderes políticos buscando respuestas y soluciones.

El foro de debate Hablemos de Europa, organizado por El Correo de Andalucía, patrocinado por Cajasol Banca Cívica y celebrado en el hotel Gran Meliá Colón, le sirvió al eurodiputado socialista para reconstruir la crisis financiera, desde su nacimiento hasta su gran estallido, y se sirvió de ella para analizar qué se espera ahora de los poderes públicos y, sobre todo, qué puede hacer y qué está haciendo la Unión Europea. "Es pretencioso aspirar a un mundo sin crisis, pero es razonable que las próximas crisis sean más leves. En cualquier caso, estamos aquí porque no se puede desperdiciar una crisis seria", dijo Sánchez Presedo.

Se presentó ayer la crisis económica no como algo repentino que ha pillado desprevenido a todos los Estados-nación, sino como un virus que ha ido mutando de piel: primero pusieron la alerta las hipotecas basura en Estados Unidos, las subprime que -parecen haber consensuado todos los expertos- fue la matriz donde eclosionó la crisis, y todos los mercados internacionales quedaron más o menos infectados.

Después sobrevino el estallido de la burbuja inmobiliaria (España tomó un mayor protagonismo), luego la crisis financiera como tal y finalmente el momento actual: "la gran recesión", que Sánchez Presedo quiso diferenciar de "la gran depresión", tras el crack del 29. La recesión ha tenido un impacto directo en la deuda soberana de los países con finanzas más debilitadas y finalmente se ha cebado con los ciudadanos, a través de la subida de los precios (el valor del trigo se ha triplicado, el del maíz ha subido un 75%)."Antes de proponer soluciones, hemos de buscar el equilibrio entre la necesidad de reactivación inmediata de la economía y reformas profundas con más horizonte", aseguró Sánchez Presedo.

El eurodiputado criticó la "falta de coordinación de los mercados" a la hora de afrontar la crisis y defendió un mayor protagonismo de los poderes públicos frente al "arbitrio" del mercado. También desplegó algo de autocrítica: "En la UE hay un gran déficit de gobierno económico", dijo. Hay problemas de diseño y de funcionamiento de los organismos europeos, pero la hoja de ruta en materia económica está ya trazada para la próxima década: la estrategia Europa 2020 que sustituye a la de Lisboa (aunque los objetivos de esta primera no se llegaron a cumplir).

Sánchez Presedo puso mucho énfasis en la nueva arquitectura europea de supervisión, que a partir de ahora velará por los riesgos sistémicos de los mercados y formulará recomendaciones para controlar el déficit y la deuda. Las autoridades supervisoras nacionales actuarán en red y de forma coordinada, una lección que la crisis ha enseñado a quienes dirigen la UE.

"Era paradójico que tuviéramos un sistema regulatorio europeo, pero no una estructura para supervisarlo", dijo. Esto también lleva aparejado un sistema de sanciones que controle tres elementos esenciales: que la evolución del gasto se mantenga por debajo del proceso económico, que la deuda disminuya cada año una veinteava parte y que haya umbrales de competencia y planes de estabilidad firmes. La UE debiera compatibilizar ambos roles. "No es razonable que la UE tenga la estaca y el mercado la zanahoria. Los estímulos también tienen que partir de las estructuras europeas", concluyó.

Depués, en el debate, defendió un objetivo de la Europa actual: defender el Estado del bienestar, que ha sido su seña de identidad en el último medio siglo. La crisis ha cuestionado este modelo y dado alas a quienes abogan una vuelta al capitalismo crudo de principios del siglo XX.

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