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“En la educación de los niños nunca cuentas con recetas mágicas”

“Abordamos la cuestión de los límites que tanto se ve en ‘Supernnany’, aunque a veces la veo demasiado estricta”

el 20 may 2013 / 09:59 h.

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Almudena Ocaña Arias, una profesora con inquietudes. Almudena Ocaña Arias, una profesora con inquietudes. Almudena Ocaña Arias tuvo la iluminación de escribir su primer libro, Cómo amanso a mis fieras (Ed. Manuscrito) pensando en el cuento El Flautista deHamelín. “Desde que empecé como profesora, en 1998, sentí que me resultaba muy difícil controlar comportamientos en clase”, recuerda. “Hice cursos de convivencia, de habilidades sociales y emocionales, pero me di cuenta de que necesitaba explorar algo más. Cuando llegó la hora de hacer la tesis, lo único que tenía claro es que quería algo práctico, que se pudiera aplicar en el día a día del aula, y no quedarse en un archivador”, agrega la autora. Fue así como comenzó a investigar las posibles aplicaciones de la música en clase, y el resultado es un libro “de orientaciones para trabajar el tema de la convivencia a través de la música, crear buen ambiente en clase, un clima de estudio agradable, utilizando estrategias musicales”, explica. Esta gaditana afincada desde hace varios años en Écija ha estructurado su libro en partes bien diferenciadas: “Empiezo con una parte que habla de musicoterapia en el ámbito educativo, hablando de cosas como la relajación, la concentración, el aprendizaje cooperativo, etcétera”, comenta. “Luego hay una parte dedicada a la investigación, sobre cómo puedes investigar sobre tu grupo, estudiar quiénes son los niños, cómo están, qué particularidades tiene cada uno... Acontinuación hay intervenciones dinámicas, y ahí entra, por ejemplo, la cuestión de los límites, que tanto se ve en Supernanny, aunque a veces la veo demasiado estricta”, sonríe la autora. Por último, Almudena Ocaña Arias describe tres experiencias reales: una correspondiente a un grupo de alumnos conflictivos, otra de un grupo normal de clase con desavenencias, y finalmente un grupo de educación especial, de modo que no se limita únicamente al ámbito teórico. Por otra parte, cuando se le pregunta si es posible desarrollar un método didáctico garantizado al cien por cien, lo niega: “Nada es infalible, con los niños no hay recetas mágicas, apenas podemos alcanzar a dar orientaciones que cada uno tiene que contrastar con la realidad”, asevera. “En los anexos hemos recogido incluso una experiencia que no fue bien, siempre estás expuesto a los imprevistos”, señala. “Recomiendo muchos temas musicales, sin embargo, aquí no existen recetas mágicas. Uno tiene que ir averiguando a través de la investigación y la observación qué música es la que va a funcionar con su grupo”. ¿Y el flautista aquel? “Creo que era un tipo listo. Cuando decidió llevarse lo más valioso del pueblo con su flauta mágica, podría haberse llevado cualquier cosa: las riquezas, la cosecha, los animales, el oro... Sin embargo, se llevó a los niños. Porque de verdad que es que los niños son lo más valioso de cada casa. Y creo que tenemos que ser conscientes, los educadores en general, de que cuando abrimos las puertas del centro, cada familia deposita en nuestras manos lo más valioso que tiene: su niño, su niña. Y creo que se merecen que los tratemos lo mejor posible y convertirnos todos, padres y educadores, en verdaderos compadres y comadres, para sacar de ellos lo mejor de sí mismos, como decía Claudio Naranjo, y ayudarles a descubrir el tesoro que llevan dentro”, concluye.

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