Mario fue alumno del Colegio Marista donde ahora, además, imparte clases de economía a los alumnos de Bachillerato. Allí creció académica y espiritualmente y es en el colegio donde empieza a descubrir que su vida se encamina hacia la vivencia de un determinado carisma, el marista, definido, por él mismo como «familia, cercanía y fraternidad». Mario Vidart. Profesor del colegio Santa María del Pilar Además de su labor como docente, Mario colabora en las labores de pastoral del colegio y pertenece a la Comunidad Laica Marista en la que «se comparte la vida y se reivindica la necesidad de abrir el papel de los laicos en la Iglesia, de crecer conjuntamente, Iglesia, religiosos y laicos, en la fe y en ese compartir que hoy, más que nunca, se hace necesario». El trabajo en un colegio marista reconoce Mario le ofrece la posibilidad de tener un contacto diario y cercano con religiosos en esa misión compartida de la que tanto se ha hablado. «Un ir de mano a mano en la construcción de un proyecto educativo concreto pero que, desde la visión del laico, permite estar cercano al mundo de hoy». Su día a día se fundamenta, además, en la familia. Mario ha elegido la vocación matrimonial para desarrollar su misión como laico marista. Junto con su mujer, y recientemente, con su hijo, han creado una pequeña comunidad familiar que vive con integridad esa faceta del cristiano. Su elección de vida le permite compaginar la vida personal, profesional y cristiana de una manera perfecta. A día de hoy, el mayor reto que se plantea, y no es que sea nuevo, es vivir con integridad su vida cristiana y, sobre todo, evangelizar a los jóvenes. Como él una vez, tuvo oportunidad de experimentar, Mario quiere ser ahora luz para aquellos jóvenes de su colegio que están en búsqueda: «No con la idea de ganar adeptos, sino como transmisor de un mensaje que te acerca a la verdadera felicidad, a la alegría, al sentirte amado y a responder de ese amor gratuito de Dios», detalla.