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"En la música antigua todavía queda mucho que aprender de Madonna"

Raquel Andueza. Soprano

el 01 mar 2013 / 20:57 h.

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 En ocasiones, las frases categóricas pueden estar justificadas. Y la soprano Raquel Andueza merece una de ellas. Se trata de una de las voces más sobresalientes que el universo de la música antigua tiene en España. Su relación con Sevilla es intensa y muy personal. Al margen de la intimidad de su propio azar biográfico, ha cantado aquí en numerosas ocasiones, mantiene una fluida relación con la Orquesta Barroca y, lo que la convierte en actualidad, inaugura este fin de semana el Festival de Música Antigua (FeMAS) con dos conciertos -hoy en Cajasol junto a L'Arpeggiata, mañana en Santa María la Blanca junto a La Galanía, ambos a las 20.30 horas- en los que interviene como protagonista absoluta.

 

-¿A qué Raquel Andueza encontrará el público que se acerque estos días a sus recitales?

-Son propuestas muy diferentes: en el primero interpretaremos música italiana del siglo XVII, y seremos dos cantantes y ocho instrumentistas bajo la dirección de Christina Pluhar. En el segundo, con mi grupo, La Galanía, el concepto será distinto: no habrá más que una guitarra, una tiorba y mi voz, con lo que el concierto, indudablemente, será más íntimo. Interpretaremos música española y europea del siglo XVII, pero toda ella con texto en castellano.

 -Su relación con la Orquesta Barroca de Sevilla viene de lejos. Vista desde fuera ¿cree que la formación está suficientemente dimensionada en la ciudad?

-La orquesta es sencillamente maravillosa. Hay pocos conjuntos de su tamaño en los que se trabaje en equipo de forma tan precisa y preciosa. Siento debilidad por ellos. Y cuando viajo por Europa me consta que la OBS es conocida y goza de muy buena reputación. Espero que las instituciones andaluzas sepan apreciar siempre lo que tienen y apoyen esta joya.

-Habitúa a trabajar con conjuntos de instrumentos antiguos. Si mañana le invita la Sinfónica de Sevilla, ¿aceptaría?

-Por supuesto. Tuve formación clásica, a pesar de que mi trabajo gire, mayormente, en torno a la música de los siglos XVII y XVIII.

-Anima e Corpo es su propio sello discográfico. ¿Lo creó por necesidad de expresarse sin ataduras de ningún tipo?

-Lo fundé junto al tiorbista sevillano Jesús Fernández Baena, por el afán de sentirnos libres en la totalidad del proyecto. Estamos recibiendo muy buenas críticas y las ventas van bien. No puedo quejarme en absoluto. Hemos sacado dos trabajos, Yo soy la locura e In Paradiso y en breve lanzaremos el tercero, titulado Alma mía.

-Aún no he encontrado una respuesta satisfactoria a ¿por qué la música antigua despierta tanta pasión en el público?

-¿A quién no le gusta que le entreguen belleza directa al alma? El barroco tiene un punto de música muy actual y con ella el público se identifica y conmueve. Muchas canciones que interpretamos podrían ser éxitos mundiales de grupos de pop. Yo creo que es el secreto de la pasión por este repertorio que viaja directo al corazón.

-¿Transmite más emoción Monteverdi que Wagner entonces?

-No, no lo creo. Monteverdi llega automáticamente, sin avisar, a las entrañas. Wagner tiene otra manera, más sutil de hacerlo. Pero estoy segura de que hay gente que piensa todo lo contrario. De todas maneras, por algo a la música de la época de Monteverdi se la denominaba ‘música de los afectos'.

-¿Qué pieza le arrebata cuando la canta?

-Muchas. Hay obras que cuando las cantas dices "qué suerte, qué suerte tengo de ser soprano y poder cantar esto". Me ocurre con el Lamento de Dido en la ópera Dido & Eneas de Purcell o con el Lamento della Ninfa de Monteverdi. Por lo general me ocurre con obras tristes, desconozco el porqué.

-Alguna vez dijo que cuando empezó a interpretar miraba más a Mecano que a la música seria. Confiésenos si ha titubeado sobre el rumbo de su carrera...

-Muchas veces. Tuve un profesor en Londres que insistía para que dejara el canto clásico. Y, para ser sincera, no lo hice por no disgustar a mis padres. Aún me atrae el pop y el jazz. Trabajar con L'Arpeggiata me ofrece la posibilidad de afrontar el barroco con un toque no tan ‘académico'. Y en los conciertos intento romper la barrera entre el público y el músico. Pero aún queda mucho que aprender de Madonna...

-Por aquello de los extremos, ¿abordará alguna vez la música contemporánea?

-Tengo un proyecto con Neopercusión con el que interpretaremos una pieza del sevillano Alberto Carretero. Me gusta jugar con las posibilidades de la voz.

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