Sachika Ito. Foto: J.M. Paisano De Kawasaki (Japón), su ciudad natal, a Sevilla, hay un viaje muy largo. Por el camino, Sachika Ito (1984) hizo una escala de 10 años en Piacenza (Italia). Allí se formó como cantante de ópera y comenzó una intensa carrera que le ha llevado, en pocos años, a tener más de 20 títulos en su repertorio. Ahora, esta soprano lírico ligera forma parte de la plantilla de la compañía Sevilla de Ópera establecida en el Mercado del Arenal y el próximo lunes subirá al escenario de la Sala Joaquín Turina para abordar la compleja obra Noche pasiva del sentido de Cristóbal Halffter, en el marco del ciclo de Zahir Ensemble. Entre medio, audiciones y concursos, concursos y audiciones. Su carrera está en plena ebullición y está convencida que esta ciudad es un buen punto de partida. ¿En qué momento decide cambiar Italia, cuna de la ópera, por Sevilla? En el momento en el que me llamaron de Sevilla de Ópera para darme la oportunidad de cantar todas las semanas y practicar casi a diario muchos papeles líricos de óperas celebres, todas ellas ligadas con esta ciudad. Es una bonita oportunidad. Hay quienes opinan que un espacio comoSevilla de Ópera, donde los cantantes cantan y los espectadores, escuchan y cenan, no dignifica su profesión... Pues se equivocan, porque esto no es un piano bar. Lo que ofrecemos es un espectáculo donde, además, si el público quiere, cuando nosotros acabamos, pueden comer. Pero hay un gran respeto por nuestro trabajo. Y, más importante, es un escenario en el que casi diariamente puede escucharse ópera inspirada en Sevilla. Porque Sevilla es una ciudad, ciertamente, que ha motivado muchas óperas; lo que no quiere decir que sea una ciudad operística... No, no lo es al modo en que sí lo es casi cualquier ciudad de Italia, por ejemplo. Pero este es un buen lugar para vivir y, en este momento de mi vida, debo todavía hacer muchas audiciones y concursos; la gente quiere descubrir qué es lo que tengo que aportar. ¿Tiene usted duende, como los flamencos? Pues aunque sea oriental; lo mío no es el flamenco. Pero lo que ellos llaman duende yo lo llamaría personalidad. Fui una niña muy tímida y esta profesión me ha hecho descubrirme cada día. ¿Con qué personajes se identifica más a un nivel autobiográfico? Aunque no lo he cantado ante el público, siempre llevo a las audiciones Candide, de Leonard Bernstein. Sus cambios de humor son exactamente como los míos, podría decir que hay mucho de ella en mí. ¿Hacia dónde le gustaría que evolucionase su voz? Soy una soprano lírico ligera y, con el tiempo, me gustaría abordar algunos roles más dramáticos. Para mí el máximo es La Traviata. Se dice que es una ópera que necesita tres sopranos; una coloratura en la primera parte, una lírica después y una dramática al final. Ya encarné una vez a Violetta, pero creo que la parte final se me resiste todavía. Tiene diversos premios en su haber, entre ellos el que le otorgaron en el X Certamen de Nuevas Voces de Sevilla. Pero a pesar de los galardones, ¿qué le hace más daño, una mala crítica, o su propia conciencia de una función irregular? Los premios son sensacionales pero, efectivamente, no te libran de tener un día una mala función. Soy excesivamente crítica conmigo misma, quizá hay bastante de mi personalidad japonesa en el nivel de exigencia tan alto que me marco ante cada nuevo reto que decido abordar. Por la misma razón si una mala crítica está argumentada no puedo tomármela a mal, pues yo sería consciente de mis fallos. En Italia cantó en innumerables teatros y probó diversos repertorios. ¿Añora aquella época? Mis miras están ahora mismo centradas en hacerme poco a poco conocida, en lograr que el teléfono suene más, que los teatros sepan que estoy aquí. Mi época en Italia ha sido maravillosa pero ya acabó. Y, por otra parte, aunque sí es cierto que allí hay muchísima vida lírica, no es menos verdad que la competencia que llega a sentirse puede resultar abrumadora. ¿Qué relación guarda hoy día con país de origen? Puramente familiar; no está entre mis prioridades regresar. Siempre canté en coros y cuando con 15 años comencé a plantearme dedicar mi vida al canto, mi familia supo que tendría que marchar lejos. Este es un arte fundamentalmente occidental, por lo que mi lugar está aquí. Por otra parte, en Japón se ofrecen muy buenas óperas, de gran nivel artístico, pero casi todo viene de fuera, con repartos internacionales; todo muy cerrado. Es casi imposible crecer como cantante allí. ¿Ha tenido ya algún contacto con el Teatro de la Maestranza? He hecho una audición para ellos proponiéndoles Les Mamelles de Tirésias, una pequeña, cómica, surrealista y bella ópera de Francis Poulenc. Salí muy contenta y creo que les gusté pero... nunca se sabe. Hay que cruzar los dedos. Tiene una firme vocación por el repertorio contemporáneo, como prueba el hecho de estar preparando estos días una obra de Cristóbal Halffter. ¿Qué encuentra en este complejo universo sonoro? La música contemporánea es uno de mis intereses más recientes; y me gusta dedicarle cada vez más tiempo. Juan García Rodríguez, director de Zahir Ensemble, sabía de esta especial pasión y me propuso cantar Noche pasiva del sentido, de Cristóbal Halffter, en el ciclo que protagoniza su grupo. Conocía la obra de Halffter, por la que siento un enorme respeto, y esta partitura es maravillosa. Exige dominar una extensión muy amplia de la voz, con muchas notas largas y múltiples efectos. Además, gracias a la electrónica el público podrá escuchar mi voz triplicada, creando un efecto realmente espectacular.