Cultura

"En la poesía española hay mucha morralla, pero también cosas buenas"

Libros en huida lanza una nueva antología poética de Javier Sánchez Menéndez, ‘Por complacer a mis superiores’

el 23 feb 2014 / 23:00 h.

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Todavía convaleciente de una aparatosa operación, Javier Sánchez Menéndez (Puerto Real, 1964) presentará esta tarde en la Casa de la Provincia, a las 19.30 horas, su nueva antología poética, que acaba de ver la luz en Ediciones en Huida, apenas un par de meses después de que otra editorial, Libros del Aire, reeditara su poemario más conocido, El violín mojado. Javier Sánchez Menéndez. Javier Sánchez Menéndez. Una mirada hacia atrás que este sevillano de adopción afronta con total naturalidad: «Una antología no te obliga a reeditar, pero sí a hacer balance», explica. «La conclusión a la que llego ante ambos títulos es que mi pequeña obra consta de un único poema, que se va realizando año tras año. No me arrepiento de ninguno de mis poemas, ni de ningún libro de los que he publicado. Todo es unitario, todo está entrelazado», añade Sánchez Menéndez. El pegamento que une y da homogeneidad a los poemas de este autor es su voz personal. «La lucha del poeta consiste en encontrar las fórmulas para definir un objetivo, que en mi caso es el mismo desde el primer libro, de 1983. Y creo que me moriré buscando la fórmula sin conseguirlo», comenta. ¿Y cuál es ese objetivo? La respuesta, dice el autor, está en el mismo título de la antología, tomado de uno de los célebres artefactos del chileno Nicanor Parra: «Yo soy un hombre práctico no reconozco otra filosofía que la de mi jefe por complacer a mis superiores». Pero en este caso «los superiores no son más que el amor a la literatura», hace notar Javier Sánchez Menéndez. También echa mano de Nicanor Parra este poeta cada vez que se le intenta clasificar en algún grupo o familia de las letras españolas: «Yo no soy derechista ni izquierdista: simplemente rompo con todo», recita de corrido. «No me encuentro a gusto en ninguna clasificación, y para hablar de mis infuencias acudo siempre a Rilke, a Novalis, a Hölderlin, a Pound... De los españoles me gustan Antonio Colinas, Claudio Rodríguez y Luis Rosales, pero rehúyo las familias. Lo que me gusta es ir por libre», asevera. Eso aunque, como es sabido, el precio de la libertad puede ser alto. «Pero escribir literatura, hacerlo mal o bien, tiene también un precio. Los grupos, las generaciones, se crean para agrandar a algunos y ensombrecer a otros. Pero es hora de proclamarlo: señores, existe otra poesía, que se está haciendo en este momento en España». Algo que Sánchez Menéndez ha podido constatar como lector, pero sobre todo como editor, al recibir a diario docenas de manuscritos. «Hay mucha morralla, pero también muchas cosas buenas», dice. Y pone como ejemplo uno de los últimos lanzamientos de su sello, La isla de Siltolá: la malagueña Isabel Bono y su –en efecto– excelente poemario Hojas secas mojadas. «Lo que más me gusta es descubrir autores jóvenes, a ser posible noveles», confiesa el gaditano. Claro que esa doble faceta de poeta y editor le proporciona a Sánchez Menéndez algunas novedosas perspectivas sobre el oficio de hacer versos. «La armonía se consigue aunando la ética y la estética. A veces admiras la estética de alguien, que como persona ves que no vale un pimiento. Y al revés, hay buena gente cuya estética deja que desear. El ideal del editor es sumar ambas cosas». Por último, lanza una invitación para el acto de esta tarde: «El público se va a encontrar a un señor que lleva una muleta, con un cuerpo extraño en la cadera, y que le garantiza que echará un buen rato. Que intentará complacer a sus superiores con una poesía poco convencional, directa e inteligible. Una poesía de la calle», apostilla.

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